Milagros Aguirre / POESÍA Y CONDICIÓN HUMANA

Invitada especial


 Rene Gutierrez


No es verdad que de poetas y locos todos tienen un poco, la poesía, el soplo de creación, es como un rayo que se posa sobre algunos, unos pocos, unos afortunados, elegidos -o atormentados- que viven de ella, viven para ella, viven cómo ella, viven por ella.
La palabra es musa en si misma y la poesía es expresión del espíritu, cosa sublime y a la vez, cosa inexplicable, voz de dioses y demonios. Desde el umbral o desde el abismo, o desde el filo de la navaja, el poeta ha recibido ese influjo y el dictado de esas múltiples voces interiores y las ha recreado con la palabra.
Unas hablan del amor. Otras, de la guerra. Unas hablan de odios y otras, de perdones. Unas gritan con la fuerza de la rebeldía. Otras, con el son de la tristeza o de la melodía de la música.
El poeta las escucha, se atormenta con ellas, le dan vueltas en su cabeza hasta que se vuelven palabra, grito, canción o susurro. Y la palabra es, y ha sido, el principio de todas las cosas, la mujer amada, el amigo, el niño, la madre, el tirano, no son protagonistas de la poesía, son solamente un pretexto poético… pretexto, sí, porque el poeta los inventa con la palabra: existen porque él quiere que existan… él les da vida, les otorga sentires, les increpa y cuestiona, los ama o ríe con ellos.
El poeta es, entonces, creador. Y sus creaciones son, a la vez, él mismo: sus personajes están hechos “a imagen y semejanza”, es decir, con sus líos, con sus fobias, con sus ideales y utopías, ahí la misión poética está cumplida, el poeta ha dejado escapar sus voces interiores y las ha vuelto palabra para decir con ella lo esencial: el recuerdo, la soledad, el silencio, la nostalgia, la ira, el amor, el desamor, la vanidad, la muerte; es decir, para hablar de la condición humana, en y principio del que hacer poético. 

(Prólogo de: "Cantos en el Umbral" de Zèud)
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