Alexéi Páez ++





V


TINA MODOTTI

Si bien duermes en tu gélida vida, acaso floreces como Neruda anunció. Aquí, vieja Tina te encuentras en un corazón que apenas te sospecha, pero te ama…

Mas allá del tiempo…hermosa y antigua Tina…..




VI


“The Long and Winding road that leads to your place
Will never disappear…I see that road before….
Always leads me here, leave to your door”


El tiempo, desgastado
Murallas derruidas
Caídas místicas

Siguiendo ecos
Voces que te convocan
También he perdido

Tan clara…un momento
Ayer

Oh, fantasma

Mírame, veo inquietud
Aliento conmovedor..tu voz
Miles de sonidos te disuelven

Pero jamás despareces…


Tras los emblemas, colores
Cien banderas juegas

Acertijo
Tras nubes, ausencias
Presentas mil voces, algarabía ajena
Trozo de niebla

Raspando el vacio ajeno
Sin vacio ni adiós…



Manuel Jiménez Carrera / Dioses abandonados



Amado por hombres que no amaré
soy sangre añosa
limpia
reclama su cara incesante
el  cuerpo salpicado de arena
y de hierba silvestre
alivio de su amasijo azulino
vibrando el agua temerosa
tiembla delicado
casi un adorno, se diría

Polvorientos, agolpados en el suelo,
los dioses abandonados
maleza los ahoga
barro los condena
no irán, no volarán más
ni en el agua detenida
por la savia espesa
de su manto  de ceniza

Para las horas desnudas
ya no quedan sino escudos
otros cuerpos vendrán
hollarán sus espaldas los odres nuevos
serán tarde las inútiles  alas danzarinas
tempranos aunque yertos mis dedos colosales
al abrazo inmóvil de un fuego triste





Esteban Poblete Oña





A Carol

«Ese ateo de conciencia bajó a los infiernos con su cabeza bien alta, cuando le presentaron el Paraíso. 

Igual, el condenado, en el patíbulo.


                -Yo estuve dispuesto a que te alimentes

de mis vísceras. Tú.

«Van a ser tu alivio.»

Porque el hambre se venía.

Que cobijaras con mi cadáver tu cuerpo

-ahora, caracoles y escarcha. La calavera empieza a emanar su hielo-,

                                                                                   en el invierno, la víspera.

Esa saliva dejada a secar alrededor de tu boca,


esa pasta de tus labios, ya se alivia con una humedad nueva,

mientras que brotan dos hilos de sangre

-tus colmillos lograron en esta yugular, tuya-,

hacia ese tiesto temblando en tus manos.

Fue mío el cráneo –ahora mitad-. Tuyo.

Tu hogar, mi corazón,

y alimento.»

(Extracto poético de El Celo de los malditos)



Carlos Luis Ortiz M. / En las calles de algún día




(Libro inédito)

Abríganos del hombre, de la mujer.
Lábranos el ascenso de los dioses, como en agua y luz.
Que sea indeleble el castigo de renunciar al cuerpo.
Memoria levitada
Memoria construida en santuarios y verbenas.
Memoria que trajina en la visión nublada.
Memoria en el atuendo de las calles.
Memoria en la sensación de la madrugada espinosa y etérea.
Memoria en los tendones del suelo, cuando movedizo es quien camina.

Memoria ¿cuándo dejamos de ser aliados y bebiste el néctar del silencio para tus batallas?
El golpe de todos los días en las fracciones del aire,
el golpe en las salas de proyección que ya han desaparecido,
en los barrios ahora ahuyentados por otros barrios,
donde sigue el mismo relojero intentando ver con su lupa todo el desatino del tiempo.
 El duro golpe cuando perdimos la fragancia en los depósitos de madera
y la calle Eloy Alfaro con todos los golpes de empotrados fantasmas
 destilados de agua muerta
y  los cuchilleros que desde un zaguán miraban la llegada de las lanchas
 y en ellas, sus hijos cargados de lunas rancias,
 de confidenciales cicatrices, de idiomas solo entendidos por la paciencia de las islas.
Y sabrán que ella estuvo allí,
en medio de los comerciantes,
 en el lomo concho de vino de los cangrejos,
 en la soga con la  que el loco quería atrapar cometas,
en los cajones del reposo amarillo de las naranjas,
en el subsuelo de lodo infinito y sosegado.
“Manglar que calla a diario su conciencia, manglar expatriado de la ciudad ahora limpia, ahistórica anacrónica… Conspiarada”. 
Ella supo desembarcar el equipaje que traía el tren
y lanzarle al invierno toda la lejanía de los brequeros.
La fluvial manía de pensarla,
 de hacer de mi mente una cuadricula con toda la enfermedad mortal de vivir
y sonreír a veces.

Memoria en forma de cráter,
de lava adherida al día entero.
Memoria en las inmediaciones de un lago
En la flor contigua al descanso forzado en las clínicas.
Memoria en los muros que dividen la felicidad del tedio.
Memoria en los cuadros aglutinados en la sien.
Cuadros de cera, de óleo, de pintura de caucho para que se quede para siempre la tonada viajera del río, del río siempre.
Memoria en las primeras iglesias, en las de los lunes, en el polvo que junio levantaba.
Memoria en ese tú que ya no tengo, en ese tú que es solo escarnio de un pronombre
Memoria en el la piel rugosa de las iguanas.
Memoria en los pasajes comerciales y en las revistas.
Memoria cóncava, pentagonal, de poblaciones donde pronunciar el aliento de las manos.
De las manos de mi padre entrando en mi rostro y descubriendo un país de arrugas.
De arrugas en la sangre como escribió un poeta.
De arrugas en la habitación del niño, del viejo, del amor baldío.

Pero ella habló con los guardianes, con los cadeneros.
Se sentó en una carreta y pidió que la lleven al SUR,
siempre al SUR  para escapar de los feroces lobos,
de las frazadas de cemento en las que sorbía distancia el anciano
con el retorno a alguna casa en sus ojos.
Yo la vi desesperada en el calor de las madrugadas invernales,
 cuando en una luz lejana se comprimía el inmenso mundo que no he tocado.
Ella estaba vestida de vaho, de lodo y de insectos.
 Fétida, tísica, raquítica, con un velo de sal, del que resbalaban todos sus hijos.

Memoria en el trayecto de los buses
En navajas quebradas por la intermitencia de la llovizna
En el horizonte plomizo para el descanso de los gallinazos.
Ellos querían adobar muertos cerca del mar
Ellos querían devorar muertos lejos del mar
Y arrasar con el cadáver del aire.
Memoria en el entumecimiento del poema,
En las costuras del día lento en el que vaciarse.

Pero sabrán que ella estaba allí,
 en los andamios de arcilla dónde solo hay espera y materia muerta.
En la ira que solo sabe del tiempo disecado.
En el delito y la culpa de no poseerse, de estar en medio  del hambre dentro de uno mismo.



MARGA DAVILA



CONJUNCIÓN


Para poder entrar en tu fuego
tuve que atravesar el desierto de tu mirada 
que se extendía infinita, inconmovible y sostenida.

 Para viajar por ese desierto
 tuve que asirme al ala de un ave peregrina
 que sabía de distancias y eternidades.

 Para alcanzar el remolino de tu aguaje inconmensurable
 tuve que dejar mi cuerpo flotar sin rumbo
 arribando en oleajes repetidos y vertiginosos
 como un náufrago abatido.

 Para entrar en el color de tu mirada
 tuve que formar parte de un prisma solar, lunar,
 de tonos y luces boreales.

 Para alcanzar tu retórica
 tuve que repartirme en las palabras que conozco
 y en las que no conozco
 que formen la consonancia sublime de tu expresión.

 Para estar en la pulsión vital de tu momento
 sacudí la capa de mi ayer y me anclé a tu paso.

 Ahora vamos como el individuo y su sombra,
 mimetizados, configurados en un solo cuerpo
 viajando el universo
 monolíticos y sin fragmentación
 encontrando el sentido a la existencia.



Soraya Fernández DF / Antología de un Amor







Crees que algún día podré terminar con las angustias que entrañan mi pecho?
O el encuentro de lo que conozco? No sé...., quizá sea que me perdí en mi propio cuento.....
que no se restar la intersección de un sofá y se me suma la vida en cuadriculas pesadas.

Entonces qué? Dime que piensas? Sé que piensas que mis ilusiones son pasajeras
y que no sé llevar mi propia vida... que vivo de ilusiones, que me torno en un sin fin de especulaciones y con el mismo fulgor que las levanto, las aniquilo. Será que el amor ya no es dueño de mi ser? Será que solamente se encuentra cobijado en una parte de mi alma? El amor forma parte de mí, porque tratar de separarlo de mi ser? Porque intentar mimetizarlo en un amor?

Ya no puedo, ya no puedo hacerlo. El amor es una derrota con botas de oro que solamente saldrá del fuego si lo rescato de venderlo como un sueño.....

mi madre me ha llamado y me ha preguntado por ti
quería saber si alguien alcanzó mi corazón.....le he dicho que no
que me siento libre y que nadie es digno de mi ser aún
no he nombrado el corazón porque de el si eres digno ya que te amo
pero mi amor se fundió en un silbo al pasar frente a ti…..

aún recuerdo el día en que nos conocimos, no se porque me gustaste
sentí algo en mi alma o tal vez me ataste el espíritu

Hablamos de poetas.....me preguntaste si conocía a unos cuantos
por sus nombres te dije que no, lo que no te dije es que los siento y entiendo, que sus nombres no importan

Sabes, el poeta no existe en este mundo.....se mudó a la luna
desde allí viaja en el Nautilus de sus sueños.....
Que te puedo decir poeta loco? Y yo ? Poetiza loca? allí voy !
Me amarás por siempre?

Nixon erradicó la pena de muerte y permitió que los condenados desertaran del suicidio
esto lo leí en un capítulo de mi vida, mientras caminaba enmarcada en una historia rara con anteojos de luz en el metro...

Me enviarás una carta como las de antes? Con sus letras fantasiosas de amor y ternura?
Me volverás loca en el circo Andaluz o tal vez en el Ruso?
Qué encuadre de bocinas alineadas vienen a presidir mi mensajería?

…..sabes, amanecí temprano al desnudarme en el espejo
te vi a ti, mirándome......




Fabian Patinho



 Pólaroid de la literatura ecuatoriana Actual
 






Artículo aparecido en el número 712 de la revista española Cuadernos Hispanoamericanos

Benjamín Carrión es unánimemente calificado como el más importante gestor de cultura que ha tenido el Ecuador. Él consideraba que un país tan pequeño y de escasa rutilancia internacional, no debía perder su tiempo en pugnar por convertirse en un estado de relevancia política o económica y que debía concentrar sus esfuerzos en hacer de su cultura el epítome de sus virtudes como nación. Desde los años treinta hasta mediados del siglo pasado, estos anhelos constituyeron en buena parte el caldo de cultivo de una ingente producción artística que arrojó nombres propios de la literatura ecuatoriana, como Pablo Palacio, Humberto Salvador, César Dávila, Jorge Carrera Andrade o El Grupo de Guayaquil, entre otros. También circulaban revistas de gran vigor literario y se gestaban espacios de debate y crítica que convirtieron al país, por un breve pero histórico período, en un enclave latinoamericano de letras de vanguardia. Penosamente, en las décadas posteriores, aquel envión se fue atenuando y dejó al quehacer literario nacional relegado a un cobertizo poco aclimatado y de luces esporádicas.
No obstante, desde hace aproximadamente una década y un lustro, algunas nuevas variables han entrado en juego. Esto hace suponer que el aletargamiento literario del Ecuador podría estar dando paso a un prometedor frente de propuestas narrativas frescas y revulsivas. Una de estas variables está adosada a los cambios generales a nivel global que el mundo de la cultura y la sociedad están experimentando. El avance de las nuevas tecnologías ha hecho que el flujo de ideas y propuestas de diversidad cubra amplios espectros. Esto ha sido clave para un país como Ecuador, tradicionalmente aislado y encorsetado, donde la exploración de los universos artísticos no estandarizados era prerrogativa de ciertas elites. A su vez, la consecución de la labor literaria en el paradigma de la publicación, dejó de depender exclusivamente del aparato editorial, pues los autores cuentan con soportes de distribución y acceso a los lectores incluso más inmediatos, con el Internet como punta de lanza.
Por otra parte, el Ecuador ha sido tradicionalmente un país de alta población emigratoria, contando con comunidades claramente definidas y establecidas en los Estados Unidos y Europa; pero estás comunidades por momentos dejan de ser una anónima fuerza laboral, para presentar brotes de participación activa en los ambientes culturales que los acogen. Es así que los escritores ecuatorianos expatriados representan una valiosa espita de oxigenación para el gremio nacional. Encabeza esta lista el narrador Huilo Ruales, basado en París, cuya bizarra obra ha sido traducida a varios idiomas europeos y ha sido merecedor de algunos estudios académicos. Otros nombres son Alfredo Noriega, también localizado en París, Leonardo Valencia, residente en Barcelona y Ernesto Quiñónez, autor del best seller Bodega Dreams, afincado en Nueva York.
Otro interesante factor ha sido el sistemático abandono de una manida noción de “conciencia y compromiso social”, que durante las décadas finales del siglo pasado, parecía un requisito ineludible de cualquier autor que se sienta representante de su colectivo. Esto se debía a la ingerencia del pensamiento izquierdista que se manifestaba en todo planteamiento intelectual que se diera en Latinoamérica. Gracias a este desembarazo, géneros narrativos poco habituales entre nosotros, como la ciencia ficción y la literatura fantástica, vieron sus primeros nombres de altura en el país. Gabriela Alemán, Santiago Páez, Leonardo Wild, Daniel Santibáñez o Adolfo Macías, publican sobre extra e infra mundos que se cuelan en la realidad cotidiana. Otros autores han abandonado la estigmatización literaria que aquejaba a lo urbano; un prejuicio propio de una sociedad que tiene todavía frescos enlaces bucólicos. Wilson Burbano, Esteban Michelena, Juan Pablo Castro, Natasha Salguero, Otto Zambrano, Juan Carlos Cucalón o Rocío Carpio, representan una narrativa heterogénea que ha dejando a un lado los compromisos y los prejuicios superfluos.
Algunas opiniones acertadas afirman que la cultura ecuatoriana suele inclinar la balanza apreciativa hacia lo visual. Eso explicaría por qué la tradición pictórica nacional ha logrado un desarrollo más equilibrado y sostenido que otras artes. También tal vez esa sea una causa de que la literatura llevada hacia lo representable visualmente, esté teniendo un saludable auge. La dramaturgia ecuatoriana cuenta con autores que han impulsado una actividad teatral con suelo propio. Estos autores son Arístides Vargas, Peky Andino, Luis Miguel Campos, Viviana Cordero y Roberto Sánchez. Tanto en la dramaturgia como en la prosa, el humor y la ironía conviven con la introspección psicológica y la crítica social, en un ejercicio de expiación frente a la solemnidad establecida.
Aparentemente, los poetas ecuatorianos representan el más voluminoso de los contingentes de las letras ecuatorianas. Hay nombres que sobresalen por la solidez y estabilidad de sus propuestas: Javier Ponce, Edwin Madrid, Cristóbal Zapata, Alfonso Espinoza, Roy Sigüenza, Aleyda Quevedo, Miguel Ángel Zambrano, Sonia Manzano, Xavier Oquendo, Luis Carlos Mussó y Paúl Puma, son autores con varios volúmenes publicados y cuya obra ha sido incluida en antologías internacionales. Los estilos y temáticas son diversos, pero si habría que señalar un denominador común, hallamos una perspectiva cáustica sobre la relación entre el individuo y el entorno. A través de la poesía los escritores ecuatorianos manifiestan disfunciones más definidas que en la prosa, sin concesiones hacia su condición de creador sembrado en el tercer mundo.
La mayoría de autores que he mencionado son escritores en actividad y que se encuentran viviendo ya la madurez de su oficio. Actualmente existe una significativa remesa de escritores noveles que dividen sus expresiones entre el cuento y la poesía; la novela todavía sigue siendo un género considerado mayor que es asumido como un reto a ser alcanzado una vez cumplido cierto kilometraje. Probablemente también influya el hecho de que los escritores jóvenes empiezan su periplo literario en revistas y publicaciones colectivas que les brindan un espacio restringido. Entre estos escritores puedo mencionar a Fernando Escobar Páez, Juan José Rodríguez, Eduardo Varas, Ana Minga, Juan Fernando Andrade, José Escobar, Víctor Hugo Moya, Javier Lara, María Luz Albuja, Ernesto Carrión, Walter Jimbo, Santiago Vizcaíno, Andrés Villalba, Jorge Izquierdo, Tania Roura, entre muchos otros autores, que han cosechado premios locales y se perfilan con un futuro auspicioso. Sin embargo las nuevas generaciones ecuatorianas están inclinadas hacia artes más rutilantes, como la fotografía, el cine o el arte conceptual, y existe un prejuicio extendido de que el arte literario es un “arte viejo”. Aunque las nuevas tecnologías han significado un soporte rejuvenecedor de la palabra, también en cierto que los artistas están encontrando versiones más encandiladoras de presentaciones de esta palabra.
Pese a todo, una importante característica de estos tempranos escritores es que no están tan inclinados a los tradicionales sentimientos parricidas, propios de las generaciones de creadores en ciernes; muchos admiran la literatura de la vieja guardia que en muchas formas mantienen una sólida vigencia. El escritor ecuatoriano vivo más importante es Jorge Enrique Adoum y cuenta con muchos lectores jóvenes. Xavier Vázconez, Abdon Ubidia, Raúl Pérez Torres, Julio Pazos, Efraín Jara, Jorge Dávila, Iván Carvajal, Jorge Martillo, Modesto Ponce, Juan Valdano, Rocío Madriñán, Iván Egüez y Miguel Donoso Pareja constituyen el frente de escritores nacionales consagrados y en actividad. El último de ellos, Donoso Pareja, es el máximo gestor de los talleres literarios ecuatorianos, quien a formado a tres generaciones de autores y cuya labor, en decaimiento, no ha encontrado continuidad.
Es esta labor formativa en el oficio de las letras uno de los elementos más desaprovechados en los últimos años. La modalidad de talleres no ha gozado de la suficiente estabilidad, reduciéndose a iniciativas esporádicas o a las propuestas no siempre definidas de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Por el lado académico es aun más desangelado el panorama, pues la universidad y sus facultades literarias están subordinadas a conceptos de formación más pragmáticos. Quien quiera estudiar literatura en Ecuador, deberá enrolarse en las filas de los comunicadores sociales y las lenguas aplicadas. A su vez, la vieja figura del tutelaje, que por centurias ha sido un eficaz sistema de inyección pedagógica, se ha atrofiado a favor de un disperso anacoretismo. En términos laxos, se puede afirmar que el nuevo escritor ecuatoriano se forma solo, y la literatura es una de las actividades más autodidactas de las artes ecuatorianas.
Por otra parte, los premios literarios aun mantienen su condición de refrendadores de la labor artística, aunque, por supuesto, legitiman más no siempre garantizan. El premio “Aurelio Espinoza Pólit” es el más estable, galardonando cada año obras que se turnan entre poesía, cuento, novela, ensayo y teatro. También está la Bienal de Cuento “Pablo Palacio”, el premio nacional de poesía “Jorge Carrera Andrade” y además existen pequeños premios de los municipios y las Casas de la Cultura provinciales. El flamante Ministerio de Cultura ha establecido un Sistema Nacional de Premios que se encamina a reconocer las prácticas culturales de los ecuatorianos, sin embargo hasta el momento este proceso de reconocimiento muestra ciertas fisuras, propias de las iniciativas institucionales que sufren en su zona medular el vector de la coyuntura política.
El aparato editorial ecuatoriano es uno de los más desestructurados y que pervive a pulso de alientos individuales. Las casas editoriales muchas veces no pasan de ser links que gestionan el acceso a una imprenta sin mediar en ello ningún proceso de selección y rigor cualitativo, con la sola condición de que el autor cuente con el capital que cubra los gastos. Las editoriales nacionales que al momento han logrado mantenerse pese al inestable mercado literario, son El Conejo, Eskeletra, Paradiso, Báez Editores, Mayor Books, Abya Yala y la Editorial de la Casa de la Cultura. Nuevas iniciativas editoriales han aparecido en los últimos años con un ánimo renovador y con espíritu de apertura: El Tábano, La Rueca, El Búho, Aquarium, El Espantapájaros y Tribal. Estás empresas suelen ser iniciativas individuales de escritores independientes que tratan de crear líneas temáticas que viabilicen las propuestas afines, aunque a veces con un sesgado espíritu de camaradería.
La situación de las publicaciones presenta curiosamente un relumbrón interesante, con un listado de revistas algo diversificado para un escenario literario mas bien atrofiado. Estas revistas, que cuentan con una saludable continuidad, son: Anaconda, El Búho, Letras del Ecuador, El Apuntador, Rocinante y Buseta de Papel.
Frente a la oficialidad y el acartonamiento del medio, están surgiendo propuestas alternativas de sectores periféricos. Matapalo Cartonera es una apuesta por lo marginal, que se inscribe en esta nueva tradición sudamericana de editar libros con elementos reciclados y elaborados por artesanos desplazados. Sexo Idiota es un sistema de recitales abiertos que conglomera escritores emergentes en espacios no habituales. El Museo de la Palabra, aunque tributario del Ministerio de Cultura, maneja un proyecto de seguimiento e inclusión de autores dispersos que operan en la penumbra.
Estas son algunos de los elementos que participan del panorama literario ecuatoriano; por momentos puede ser desalentador, y por otros, se pueden hallar ciertas claves que dibujan un futuro aprovechable. Es necesario señalar que se trata de un país con escuálidos índices de lectura, y además aquellos pocos que leen no suelen compran literatura ecuatoriana, e incluso tienen marcados prejuicios con la producción artística de su coterráneos, pese a que se trata de una sociedad que vive un acusado proceso de esquizofrenia identitaria y unos desorbitados ánimos de regocijo patrio. Una mojigatería poscolonial aun se mantiene en los canales del quehacer cultural, la cual ha producido un extraño sopor que atomiza el despegue definitivo de las artes ecuatorianas. Mientras no se despeje esta especie de vaho cultural, las luces literarias ecuatorianas seguirán siendo asunto de excepción.



Margarita Dávila






DEJATE LLEVAR
Deja que salga la voz
y que el camino se llene de su eco

deja que caiga la lluvia
y se llenen los charcos

deja que el universo estalle
en mil soles y lunas
y que cante la vía láctea
con sus ondas orbitales
derramando su oscuridad profunda

deja que el mar se contraiga en la noche
bañado de luna
 

deja que tu sombra se proyecte
en la arena
y que el viento traslade tu huella

No te opongas al brillo de las hojas
que te sonríen doradas y matutinas
en sus follajes

deja que tu cuerpo
sienta el viento
como un abrazo del silencio

si caminas , déjate llevar

si lloras, derrámate e innúndate
si amas, abre la gruta inescrutable
de tu ser
y regala esa flor inalcanzable
de tu misterio

déjate llevar por las aves
que migran y se van
y sobre todo
no claudiques en pleno vuelo.

 

Andrés Villalba Becdach





ERÍZAMELO
 

La inspirazione no se agudiza tampoco la aspirazione Resulta mejor la trinchera del laburo bajo la presión de la puya: sólo así sale diáfana la caquita La obstinación por la desobediencia para penetrar ese coñito hippie con odore a pachuli Ese palomo es una oruga que camina sobre lo que queda de mi pelo mientras duermo sobre el león de bronce de tus tetas Con lo poco que me quedaba intenté entrar por tus cerraduras oxidadas Imposible: la tristeza es tozuda y sólo encontré peces putrefactos en las lagunas reflectantes de tus ojos Estoy en casa papá estoy en casa papá estoy en casa papá Melancolía lía lía: mordiste lo que quedaba de mi palo Azul paisaje en seco en retro de la infamia que se ve La infancia que volvió con alas sí lindas lijas lisas liras La fronda en los ojos dice paisaje seco hueso en huso aéreo Oh no Noche de otros primates Paisaje cero y real Nunca matria de la verch: mirillas La arena en mis manos son tus ojos ¿La tiro la trago la mamo? El agua en las manos es todo lo que fuimos ¿Cuál es la vena que va de la boca al ano? la avena quáker ñaño La trizadura en los espejos ocres de la piedad: la leche derramada de la madre por la escalera donde subo a encontrar mis pasos en falso: un niño culicagadito medio losereto frentón y achinado al que sus primos mayores humillaban dibujándolo con cuerpo de palitos de fósforo y la cabeza de un planeta muerto: sólo por ser el preferido de su abuelito militar No soy actor de lo que fui La chavela tam se descresta empapándose de tequila corralejo jimador con dos bellísimas lesbianas y gime mientras recita a rojas: sigan así equívocas doncellas húndanse acéitense locas de alto a bajo jueguen a eso ábranse al abismo ciérrense como dos grandes orquídeas diástole y sístole de un mismo espejo De ustedes se dirá que amaron la trizadura Nadie va a hablar de belleza La escritura es una búsqueda que se incinera a sí misma El maikol está desnudo moonwalkingniza y se trepa a los árboles del amazonas provincia del napo y salta de bejuco en bejuco hasta holgazanear con los micos: su esencia incorruptible Hay chicas que conoce más bejucos que tarzán Dichosas Oye no: crece un árbol sin hojas cuando llegas cuando te vas cuando entras Tú un árbol que llueve Tú pura desolación: eres la palomita impía que deja sus cagadas en mi cuarto Dejo un cactus en el umbral de la puerta abierta del balcón y quizá vuelvas con la boca rota las manzanas de plástico en tu cartera cuando perdure el mismo polvo en el piso: encontrarás que ya no está tu pañuelo en el perchero y que los aretes que dejaste son colibríes difuntos Es argenta la orquídea en la lengua de los muertos que crece al otro lado de esta página: duele la urdimbre cuando tu comadreja agota sus misterios y relámpagos Soy residente de cielos subterráneos de nafta: son cosas impensables y trances anacrónicas Los sórdidos meteoros de la mente repiten: un zarpazo del feto al esqueleto Rezumo peste: hay una blanca sala de cine en mi cerebro Volatizo las aristas que me corroen Cierro los ojos y hay telarañas con estrellas grises que se derriten: la luz proviene de otro lado Veo alacranes y velas de vainilla en el calzón de esas hembritas que amasan lunas de harina para mí bajo el mar: duermen bajo el mar Hablo de caballos estériles: sed smog y pastillas bajo tus aguas Son tus cebras que se pasean por la ciudad Siglos de agonía para caer en las grietas de un beso Crecen uñas en la espalda y ladra la alcachofa de tu corazón Nunca nada Dentro de las botellas vacías hay caballos que tienen mi aliento y una galaxia de horcas flamea en los sesos Los enfermos de esta avenida hospitalaria diseminan con diligencia sus alergias en mis venas: diálisis cáncer sífilis diabetes cirrosis gripe todos sin dientes corren y corren y me corroen ¿desde qué arista del planeta miran los ojos de los enfermos? El jugo negro y rancio de la langosta cuatro días después de descongelarse expande su tenebroso bouquet por toda mi casa y es igual al primer menstruo de eva Ya dijo el h que thalia laura león yuri paulina rubio y lucerito son travestis down: pero sí les diera igual Atenzione: ese erizo de mercurio que creció en mis venas después de las malatías y reptó por años hasta salir por mi garganta y ser un tiburón de helio es mío mío mío No jodan más La policía y la política nacen de la poesía Abdico de este popolo infame ¿Puedo también ser el emperador de los helados queridos ws y jj? Quisiera tener la cabecita radioactiva del dollboy La deudas son un apuntalamiento: constancia para seguir vivo Giro con los ejes de la herrumbre: esto que se dijo es otro tren colisionado: son palabras de la lluvia Aquí yace el machete que sobra: úsalo: acuérdate que ya no hay más cementerios A ver si nos juntamos para fructificar el desorden y dejamos de repartir invitaciones a la fiesta que no nos invitaron Duermo con un trapeador como almohada ¿Daltonismo? Todos somos ceniza: si quieres puedes empezar a fumártela pero aprende a perder y acepta que la tristeza de mickey rourke en el luchador es real: son amebas los domingos del mundo 5:11 am ya me perdí otra vez out out out Say no more En fin ahí la poesía ese montón de cosas muertas que se niegan a morir ¿Los muslos siguen abiertos?
 
 
 

Zeudónimo / ya.....






si supiera
el real latir de tu corazón

si conociera
el color místico de tus entrañas

si envolviera
mi sueño con el manto de tu fantasía

quedaría inmerso en el mar de tu realidad
aplacaría el encanto de tu misterio y tu magia

mientras las palomas siguen anidando paz
mientras pavimentan las calles de sangre y piedra

donde aprendo la real conciencia de tu existir
donde me impregno la sutil imagen de tu perfección

creo posibilidades de desarrollos humanos
caigo en abismos para construir solidificaciones

entrego mi éter que alimente tu libertad
derramo mi amor que se desintegre en el todo
 
tus pisadas van al bosque
que sostiene a los intangibles
 
tus palabras en tus libros
tus pensares en el trajín de los vientos



Iveda Hoe Maral




Cobre tu piel

Sed de anaconda
tus copas en verde calculas
ciega despliegas territorios y túneles
te enredas con palabras del viento
por cada huella en la arena
en costuras de cangrejo
y rastros de luciérnaga.

Sin mentir retrocedo la tarde
... dos copas rotas ...
busco alimento de voces
salto charcos de barrio
y la verdad se esconde cuando niño
en las garras del oso
decido crecer con antifaz
lamiendo las orquídeas azules
en montañas nieblas
... tres copas rotas ...

Huyo de la cantina
pierdo el nombre y billetes
en los cuerpos de cobre se fija la vela
con esos talismanes
que se van en vida
en puro hueso arrodillado
frágil ante las sombras.

No sin ruido, las calles maldicen
laten tus pérdidas de lengua
pues gritan aguas mayores
tu edad de bohemia
cristales de ventaja esparcidos
dando para ti el color y la brillantez
de la mejor palabra del puñal
hace siglos escrita
por esta mano de fuegos
ó venenos últimos de herencia
bajo el árbol de cien años
que invita a todos a conversar
menos al que los ojos de pirata
lo bañaron la piel en cobre.

Esteban Poblete Oña / Romina




A Romina Barriga, artista



Olas estallando, lejos. La tablilla se atesta de signos. Para descifrar todo el muro hará falta un vidente, y tendremos que irlo a buscar al otro pueblo, aledaño o invisible, de donde se traía y alquilábamos fantasmas.

Si nació durante el bochorno, hubiera irrumpido su grito en el centro de esa luz dormida y persistente. La tarde se habría vuelto alborotada. El aire, extraño, en el instante de su nacimiento. Toda aroma y las tranquilas palpitaciones de una danza, leve. Si no, la he soñado: oscurecida entre los mantos. Las cuencas profundas de sus ojos develaban el secreto que en el interior de nosotros se estremecía... cada noche, hasta que cesara el rumor de las estrellas, hasta que la aurora acallaba el vaticinio que invocaban nuestras alabanzas.  

¡Tal como anunciara el sueño! Sin los rasgos de la Patria a que su nombre les había llevado añorar. ¿Habita también ella las “Provincias del Alma”?

¡Ves! Si ya la veo atravesar la avenida del rey, abrazada de sus mismas sombras y de las flores que parecieran coronarle, con brocado.

Le ofrecimos un sitio junto a la hoguera. Se dio cuenta de nuestra naturaleza hospitalaria.

Mientras el libro se escribe, los elementos se elevan en orden, imitando la disposición de los Venerados Templos, y la Ley del muro antiguo se distribuye, nuevamente y victoriosa, por toda la Tierra. La piedra recorre como flotando desde el sonido incesante de las canteras, y todos nosotros hablamos durante días acá sobre la novedosa técnica tan limpia. Al otro lado, se desentierra gigantes caballos y toros y rostros de varón soñando durante siglos en el nicho de la arena, y aun nos percatamos que ahí habían vivido los ancestros de Nuestro Joven Rey. Nuestro Adorado Rey, involucrándose en los cálculos y recibiendo reclamos de sacerdotes, que le exigen que dejara de entregar Él ningún rol ni factura. Los soldados se reían a escondidas, desapercibidos detrás de los gritos.

Ella descifra el Secreto, y no descansa nunca enviando, día a día, tabla tras tabla.

Un día se traslada al Templo a medias erigido; la trasladan allá, junto con el enorme e intacto Muro.

La vimos de nuevo como se mira a una nube. Andaba muy despacio y las telas flameaban a la manera de insectos, que anuncian; el rey escuchaba lo que ella le estaba contando con gesto muy serio, empapado de serenidad y de sabiduría, como al descender harmoniosas todas juntas las aves al mundo.

Taparon la bóveda un día y la primera carga del grano llegó. La celebración prosiguió y los bultos seguían llenando el depósito, con la continuidad y la forma con que los animales trazan hileras al arado: bueyes y esclavos recios, sin emociones. Albañiles, ingenieros, talladores, el resto, eventualmente mirando, y nos miramos y observamos nuestras propias manos, como si eso nos ayudara a recuperar algo, que entonces con facilidad quisiera olvidarse. Los sacerdotes recitando la Letanía en una lengua ni siquiera accesible. La felicidad está lejos aún; con ciegos esfuerzos, algún día se logra. Los niños miraban de lejos, sobre los andamios. Detrás -cómo serán, a qué huelen ahora los lechos-, nuestras mujeres nos esperaban desde la última vez.

Más allá, revientan las olas.

Después ya no supimos. Retomamos las cosechas, muy detrás de las canteras. Alegrías y promesas, canciones al amor en instrumentos de cuero o de cuerda. Los niños jugaron hasta tarde, sorteando, en correteos, piras y víveres. Nosotros fuimos, cerca de ellos, a cumplir con los deberes que sus madres exigían. Ni tristes, ni tullidos; acudimos encantados. Pero, a veces, nos sorprendemos, observando a lo lejos el Templo que con estas manos un día edificáramos, del que solamente se observa su cumbre y habitáculo del dios. Alabamos, pedimos; pero la mirada se cansa y extravía en el cielo estrellado, adonde Él también acude, protegiéndole generoso: en donde escuche, sueñe o reine... Así es que el alma reduce la intensidad de su clamor, se recorta; va desvaneciéndose, súbitamente, la plegaria. Y la mirada vuelve a la tierra.

¿Qué habrá sido de ella, y de la gasa que flameaba al intentar pronunciarse, en secreto y en su idioma, ése nombre que tenía?

¿Continuará la Extranjera descifrando junto al Muro las Venerables Tablillas que resguardan, contra la lumbre, Nuestro Pasado y Nuestro Destino?