PRELUDIOS DEL
VIENTO
(Del Libro de los
Preludios)
Por la avenida de los volcanes
se desliza un hombre, casi invisible, fundiéndose con el paisaje. Cuando cruza
las nieves su aliento emana escarcha, cuando ingresa en la selva su cabellera es una verde
desenredadera y su boca un canto de
pájaros niños. Cuando bracea en las aguas, su cuerpo se torna brizna constante
que las agita. Viene bajando desde una mina de Potosí, alumbrando el oscuro desde su pecho con un taco de
dinamita. Viaja rumbo al muro mejicano, resuelto a volarlo en una noche silenciosa, a
la que en lugar de estrellas iluminan
velas.
Ya en la mañana serena, con cierto sabor a
pólvora el rocío, las manos de tres
indias de Sonora, siembran floripondios por toda la ruta del muro disuelto,
regándolos con las aguas del río Bravo, que para nosotros fue río Triste…de
tanta vida acribillada en su lecho.