Viver



EL AGUIJON


Tengo a dios como un cien pies
derribándome vertebra por vertebra
Entre ráfagas de un polvo soñado
por el tiempo que dura la noche

Una apretada telaraña se teje a mí alrededor
a mi costado la deidad viscosa se acuesta
y me cede su casa vacía
...

los ángeles que regresan
me desabrochan
cuelgan sus piojosas alas en el ropero
no pueden con tanto tedio
ni yo con el mío

la rosa en picada se descama
me atrapa el murmullo de los que marchan
¿Dónde bailan los muertos José?
este sabor a humo
y la música abandonada
¿Sera porque este recién nacido huele a membrillo?