MARGA DAVILA
CONJUNCIÓN
Para poder entrar en tu fuego
tuve que atravesar el desierto de tu mirada
que se extendía infinita, inconmovible y sostenida.
Para viajar por ese desierto
tuve que asirme al ala de un ave peregrina
que sabía de distancias y eternidades.
Para alcanzar el remolino de tu aguaje inconmensurable
tuve que dejar mi cuerpo flotar sin rumbo
arribando en oleajes repetidos y vertiginosos
como un náufrago abatido.
Para entrar en el color de tu mirada
tuve que formar parte de un prisma solar, lunar,
de tonos y luces boreales.
Para alcanzar tu retórica
tuve que repartirme en las palabras que conozco
y en las que no conozco
que formen la consonancia sublime de tu expresión.
Para estar en la pulsión vital de tu momento
sacudí la capa de mi ayer y me anclé a tu paso.
Ahora vamos como el individuo y su sombra,
mimetizados, configurados en un solo cuerpo
viajando el universo
monolíticos y sin fragmentación
encontrando el sentido a la existencia.