Silvia Stornaiolo





Luchitooooooooooo…

Soñé que escribía, y no solo, me quedaba tranquila por que la trama, los datos y esbozos de una novela estaban tan planificados, que solo me bastaría sentarme a transcribirlos.  Desperté. Molesta por que hurgando lo más meditado y entrecerrando ojos inclusive, no encontré el mínimo indicio de una historia.  Y bueno, ya ha pasado un tiempo desde que no escribo nada, pensé… por que amargarme ahora que había dejado de hacerlo, una mañana poco común presidió ese desencuentro mañanero.  Pasaba que el trapeador estaba tan sucio que la simple idea de lavarlo a mano me repugnaba, pero había que tomar en cuenta que alguna pendejada había pasado en las cañerías, y que de todos los lavabos estaba goteando un espeso grumo entre café y rojo, que durante toda la noche a placer formó unos asquerosos laguitos que no se queriendo o sin querer pisé al despertar descorazonada por mi sueño, insisto, no se si quise pisar o no, y eso es un dulce sentimiento que provoca en mi la posibilidad de hacer o decir algo que sé que súbitamente me perjudicara, no a la larga, el juego promueve el desastre al instante. Ejemplo: mi novio, en las conversaciones tiene una intolerancia exagerada a cualquier cometario inapropiado sobre su familia, no insultos ni nada malo, algo así  como: mi amor, tu hermana se esta poniendo gordita, o: tu mamá tiene los pies medio raros no? El pobre individuo se sulfura, comienza desde el tic en la mano, sus dedos se mueven involuntariamente de arriba hacia abajo, en un intento de (yo supongo) levantarme la mano, después un furor rojo, no miento, rojo, se eleva desde su cintura hasta su frente, sé que viene desde la cintura por que  se puede ver la coloración paulatina  desde el triangulo de camisa que deja abierto hasta  la parte baja del esternón con la intención de mostrar los cinco pelos a lo sumo que adornan su pecho pálido, que deja de ser pálido por mis supuestas imprudencias, y eso no es nada, después viene el levantamiento de su cuerpo rígido, se pone de pie, las manos en la cintura, me mira directamente a los ojos, que están más blancos que nunca, seguramente por el contraste con la piel roja, y mas o menos entre quince y veintiún segundos, le cambia la vos y con ella dice dos o tres cosas que me duelen y hieren tanto, que termino llorando, lanzando algo, y por último, corriendo y tirando la puerta, ganando protagonismo, acudiendo a mi victima, mi victimes, mi amiga la infalible, la que  veces tengo que forzar de más la máquina.

 

Entonces si, probablemente si quise pisar la porquería esta mañana y fue por que: 1.-me dolió lo de la no-escritura, 2.- me fastidió el sueño, 3.- me cabreó a morir lo de las cañerías en una casa recién arrendada o 4.- quería hacerme la victima para no tener que limpiar la inmundicia, o 5.-todas las razones anteriores me dieron el empujoncito para pisar ese ungüento que después de tres horas sigue fastidiándome, y lo mas probable es que me crezca un hongo, hongo que tendré que eliminar con esos tratamientos de 7 días o más, y que gracias a mi inconstancia con cualquier cosa, no voy a cumplir, así que no me va a quedar más que hacerme a la idea de vivir con un hongo en el pie.

 

Pronta a llamar a algún plomero, descubro que me han cortado la línea telefónica por falta de pago,  mi vida cada vez apesta un poquito más en tan poco tiempo, van siendo dos horas y las cosas parecen estar determinadas a salirme mal, por lo que presiento que este día debería ser tomado con la mayor calma posible, con pinzas como dice mi mamita, con pinzas…

 

No me quería recostar por que entró en mi el pánico de los gérmenes, no lo había vivido antes, es más, siempre me burle de la gente obsesiva con eso, si, me burle! Ahora estoy acá tratando de burlarme de mi misma y no puedo por que estoy condicionada en muchas situaciones, decido entonces marcar una media con una equis, esa será mi media hongo, así podre realizar mis asuntos sin contagiar nada, un marcador negro permanente, con el que ponía los nombres a mis discos pirateados, lo buenos discos que ya no escucho por que la obsesión es mi desolación, cuando algo me gusta mucho deliberadamente me apasiono y me entrego con tanto amor, que en poco tiempo termina ( como los grandes amores) con  decepción y cansancio, un poco harta y sin el más mínimo interés.  Así que terminantemente decidido está que no me guste mucho nada, para no tener que pasar por el mar rato del quiebre final.  Si, me he vuelto medio parca, pero también he ganado miles de posibilidades, descubrí que cuando algo no te gusta mucho le da espacio por lo menos a unas cuatro cosas te gusten mas o menos o un poco.  Mediocre? No,   sabia? Tampoco, cómoda? Quizás. 

 

Con mi media marcada, pantuflas y un abrigo negro, rompevientos, grande  y bañado en colonia de mi enamorado, sobre la pijama rosada con blanco que me regalo mi madre diciéndome que si realmente necesito reavivar la pasión  la use. Salí a buscar un plomero, no a buscarlo propiamente, si no a preguntarle a la amable viejita de la tienda si es que sabe de alguno por el barrio y que me ayude llamándolo por que la casa se me inunda con mierda y sangre, a lo que la amable viejita me contestó que su marido era un excelente plomero y que no me preocupe, que ella lo llama en ese instante que espere. –LUCHITOOOOOOO,  gritó la señora mientras caminaba tan agachada que hacía que sus senos pasen una limpiadita por el piso. -LUCHITOOOOO seguía gritando mientras se alejaba a paso de caracol, tortuga o babosa. Una hora más o menos después (sin exagerar) llegó el famoso Luchitooooo.  Más doblado que ella, pero sin senos, era un viejito flaquísimo, se le veían las costillas amenazantes por debajo de la camisa transparente de esas que usan en la costa, guayabera, si, eso mismo,  me saludó muy educadito el señor, entre tierno y seductor, entre niño y galán, difícil de explicar, pero resumo mi sensación: asquerosa ternura.  El camino a casa fue impresionante, hay que tomar en cuenta que la tienda está exactamente a una cuadra de mi casa, el edificio donde vivo está a un extremo, y la tienda al otro, calculando a paso lento, uno puede hacer desde tres minutos hasta seis, contando con ciertas distracciones, el viento o algún mal en las piernas… con el Luchitooo el paseo duró 48 minutos, lo se por que no dejaba de ver al reloj en mi preocupación por ver esta serie que me tiene enganchada ( no me gusta mucho, solo un poco) hoy es la continuación del capitulo de la semana pasada, y estaba por comenzar , y si, entendí que el viejito necesitara que yo lleve la caja de herramientas, entendí que se sujete de mi brazo para caminar, lo que no entendí fue que con la mano que le quedaba libre y voluntariosa me agarrara el trasero,  rasguñándome ya que tenia las uñas bien largas. No me importó, era necesario llegar ya, arreglar el problema de las cañerías y ver el programa, la limpiada sería después, ya me las arreglaría, podría pedirle a la esposa de Luchitooooo que venga a limpiar con sus senos gigantes ya que de todas maneras los arrastra por todas partes, me reí, me rasguñó más la nalga. No vamos a llegar nunca, pensé…

 

Finalmente en casa, le explico el problema al viejito, le ruego que lo arregle y me marcho a mi habitación a ver si es que puedo ver el final del programa, en el camino, me encuentro con más laguitos café-rojo que no estaban antes, o si? Quizás no los vi, salto uno, esquivo otro, y ya, estoy recostada con mi media X viendo los adelantos del próximo capítulo, y no me sorprende, pinzas hijita, con pinzas… no me molesto, me quedo dormida ya que no me queda más.  Cuando despierto, siento un calorcito que me abraza, pero con el un olor espantoso que me aruña, es real, es Luchitooo con sus uñas largas abrazándome, está junto a mi, en mi cama, creo que amaga estar dormido el viejo cabrón, y con un grito lo “despierto” finge demencia, dice que no sabe donde está, a empujones lo saco de la casa, y por la ventana lanzo la caja de herramientas que al golpearse contra el piso se abre dejando que todas las herramientas se dispersen por todas partes. No me importa, seguro alguien lo ayuda, cierro la ventana y claro, tenia que pisar con el otro pie uno de los laguitos de mierda sangrante, acudo al marcador y ya tengo dos medias X que ojala no contagien de los hongos a ninguna otra parte de mi cuerpo, pienso en los hongos genitales y casi que vomito sobre uno de los laguitos, cada ves veo mas, no, me equivoco, no son mas, son mas grandes, ocupan más lugares de la casa, me imagino que debe ser como cuando se formó la tierra pero al revés, la pangea se esta formando en mi casa, y lo más interesante es que no puedo hacer nada al respecto. En los delgadísimos espacios vacios de pangea me transporto hacia la cocina para ver si cerrando la llave de paso consigo algo (no lo creo) y de paso a ver si me puedo preparar un cafecito, ya que por las situaciones del día no he podido ni desayunar y me suena la barriga del hambre, o serán los hongos? Vuelvo a reír, me rasguño la nalga para recordar a Luchitoooo.  En puntillas y cuclillas (pose alhaja) cierro la llave de paso que esta debajo del lavaplatos no lavados, acumulados y un poco manchados con la nueva masa pangea huésped, ¿cómo subió eso ahí? Prendo la cocina, pongo el agua, me sirvo el café instantáneo con azúcar en una taza a la espera de que pite la tetera, y una picazón molestosa me descontrola y me lleva a encontrar un sarpullido en mis pantorrillas que sé que sube del hongo de la pangea de mierda pisada, ME CAGUÉ! Grito, y empiezo a correr en círculos pisando los laguitos ya sin pudor, puedo sentir como me vuelvo parte de esta magnífica bola de mierda sangrante, soy tan parte de ella que para este punto suerte he perdido el olfato y finalmente he conseguido esas ganitas cosquillosas de escribir.