Iveda Hoe Maral




Cobre tu piel

Sed de anaconda
tus copas en verde calculas
ciega despliegas territorios y túneles
te enredas con palabras del viento
por cada huella en la arena
en costuras de cangrejo
y rastros de luciérnaga.

Sin mentir retrocedo la tarde
... dos copas rotas ...
busco alimento de voces
salto charcos de barrio
y la verdad se esconde cuando niño
en las garras del oso
decido crecer con antifaz
lamiendo las orquídeas azules
en montañas nieblas
... tres copas rotas ...

Huyo de la cantina
pierdo el nombre y billetes
en los cuerpos de cobre se fija la vela
con esos talismanes
que se van en vida
en puro hueso arrodillado
frágil ante las sombras.

No sin ruido, las calles maldicen
laten tus pérdidas de lengua
pues gritan aguas mayores
tu edad de bohemia
cristales de ventaja esparcidos
dando para ti el color y la brillantez
de la mejor palabra del puñal
hace siglos escrita
por esta mano de fuegos
ó venenos últimos de herencia
bajo el árbol de cien años
que invita a todos a conversar
menos al que los ojos de pirata
lo bañaron la piel en cobre.