Amado por hombres que no amaré
soy sangre añosa
limpia
reclama su cara incesante
el cuerpo
salpicado de arena
y de hierba silvestre
alivio de su amasijo azulino
vibrando el agua temerosa
tiembla delicado
casi un adorno, se diría
Polvorientos, agolpados en el suelo,
los dioses abandonados
maleza los ahoga
barro los condena
no irán, no volarán más
ni en el agua detenida
por la savia espesa
de su manto de
ceniza
Para las horas desnudas
ya no quedan sino escudos
otros cuerpos vendrán
hollarán sus espaldas los odres nuevos
serán tarde las inútiles alas danzarinas
tempranos aunque yertos mis dedos colosales
al abrazo inmóvil de un fuego triste