Premio
Nacional de Poesía Paralelo Cero 2014
La rubia linda y el maricón de mierda
Perdón porque la educación que damos a nuestros hijos es la misma
limitada, sarcástica, machista y abusiva que recibió nuestra generación en
escuelas y en las casas. La burla del feo, del cuatrojos, del narizón, del
enano, del maricón de mierda, del gordo asqueroso, de la puta, de la fácil, de
la reinita, de la rubia linda, del longo sucio, de la negra del montón, del
matón, del loco y del comunista o capitalista solapado que habitan en esta
sociedad mediocre en donde estamos acostumbrados a encasillar y despreciar.
Perdón porque
inevitablemente volveremos a idiotizarnos con la monotonía en busca dinero para
pagar deudas, de obnubilarnos con la televisión y el fútbol y porque
inevitablemente seguiremos haciendo el amor sin amor.
Perdón por este mundo que
dejamos medio gastado, bastante desteñido, superpoblado y desértico, sin importarnos
si desaparece o no alguna u otra especie.
Perdón por los animales
atropellados, por los gatos que se van de casa a morir en otros tejados, por
los perros arrumados en los bordes de las avenidas muertos con las patas arriba
y el vientre destrozado.
Perdón por el ganado que
debemos faenar para satisfacer los deseos sibaritas y no haber podido
evolucionar y superar el animal carnívoro, depredador y asesino que llevamos
dentro.
Perdón por las clínicas
fanáticas que curan la homosexualidad, perdón por los neonazis asesinos y por
todos los extremistas, que no son lo suficientemente tolerantes con el prójimo.
Perdón por haber creado
la palabra y el concepto de “normal”, que es una aberración discriminatoria.
Perdón por las
farmacéuticas abusivas, insensibles, incorregibles por la producción de armas que buscan
producir guerras entre los pueblos para enriquecerse con su venta, someter a
los débiles y aprovecharse de sus recursos, por las fábricas de cosméticos que
nos venden ilusiones.
Perdón por los 24.000
seres humanos que mueren de hambre y desnutrición cada día, perdón por los
18.000 niños que no tuvieron ninguna posibilidad de darse cuenta que estaban
dentro de esta estadística.
Perdón por los niños que
mueren de sida. Mientras el mundo se consuela en oraciones y peticiones a un
Dios creado a nuestra imagen y semejanza: sexista, opresor y homofóbico.
Perdón por pasarnos la
vida preocupados por los centros comerciales, los escaparates con maniquíes de
curvas perfectas, de la tarjeta de crédito, de la cédula de identidad, del
pasaporte y la visa a los Estado Unidos. Por el cansancio diario, que no nos
permite abrazar a los hijos antes de hipnotizarnos con la televisión, el
internet o los juegos de video.
Perdón por las comidas
congeladas, por la chatarra grasienta, por los infartos consecuentes.
Perdón por los abortos
permanentes, las clínicas ilegales, los procedimientos inmorales, las mentiras
autorizadas para el bienestar social.
Perdón por el desamor,
deshumanización permanente, por los sicarios, por los relegados que son
empujados a convertirse en ladrones, criminales y abusadores. Perdón por esta
sociedad reproductora de criminales.
Perdón por los árboles
talados, por la deforestación, por la erosión del planeta. Por las casas de
madera, por la leña, los hermosos muebles, los embalajes para transporte y las
fábricas de papel.
Perdón porque hemos
matado a los visionarios, los hemos crucificado, perseguido en la selva
boliviana, asesinados en el Edificio Dakota o bombardeado en la Casa de la
Moneda o en cualquier otro lugar donde se genere conciencia social.
Perdón por este texto que
abre los ojos, indispone, molesta y no cambiará nada en nuestras vidas.