VI
Entonces éramos cual una triste lluvia bajo un sol sin
sentido; y la noche nos humillaba en su brusca oscuridad. Habíamos abandonado aquella
ciudad monstruosa, y, si bien escapamos del sitio, la realidad aún nos abrumaba.
Entonces,
tú, yo, apenas aspirábamos algo del cristal nocturno, aquella niebla que nos
rodeaba. Sin embargo fuimos felices por apenas un instante…
Mediante
los sueños y la asquerosa realidad apenas alcanzamos a vincularnos, a ser: mi
hermosa dama se agotaba, yo apenas creía en mi voluntad. El Universo nos
consumía.
Descubrir
siempre es impactante: aquel momento simplemente nos abolió. El encuentro con
la muerte es el único instante vital, nuestro orgasmo, y entonces, por fin, nos
reencontramos y todo lo pasado fue siempre peor…