Marga Dávila /A MARIA CLARA



(homenaje a una prima que optó por el suicidio)


No sé si ésta vaya a ser una carta o una simple mención de tu escape al olvido,
a la nada,
o a tu encuentro definitivo.
Creo que abriste una puerta para no sentir el vacío,
saliste de esta especie colmada de gente sin ojos para verte,
sin oídos para hacer de ellos tu tristeza.
Quiero entender tu desafío,
tu afrenta,
ese fuego cercado por el frío,
esa luz olvidada en las galeras de los barcos hundidos.
Quiero saber de tu silencio,
de tu espíritu secuestrado en el misterio de los sentidos;
ese imperio de ideas que habitan nuestros caminos
y nos hacen padecer estos desvíos.
No llegaste al ocaso,
al fin otoñal del cuerpo,
ni amaneciste para que un nuevo día regara esperanza
en tus surcos ya cerrados y marchitos de afectos
no concebidos en la dimensión de tus deseos.
Simplemente partiste como se va la noche al llegar el día,
sin aspaviento
y en silencio.
Optaste como la flecha
por una dirección certera y sin retorno.