MADRE MIA
Yo se...hoy es tu día y el mejor regalo que te podría dar quizá sería, si este hijo tuyo fuese deveras digno de tu luz,
tu brillo que me ha salvado de las sombras por donde perdido no me he hallado, no me he conocido, no me he creído,
pero no me ha desconvencido de que sólo me vale perseguir el rastro abierto de tu zafra dulce y virtuosa...como el
resultado legítimo de tu tenacidad y paciencia, para mi enderece.
Como te decía Madre mía... me reparto en trozos,así como en promoción (la dulce oferta),hasta volver a reunirme
unicamente en tí...como si un rompecabezas logrado,retazos dispersos que se reciclan en el laboratorio reparador y científico de tu inconmensurable servicio y tu divino AMOR.
GRACIAS
Sois como corazón de alcachofa al que hay que ir llegando, saboreando hoja por hoja.
Tuyo Papo.
ACEPTACION
Policromía descubierta en el aleteo del colibrí.
Como en el aura de la luna llena sobre el contrastado negro de noche infinita.
Colores nacientes de la madre belleza, no aspiran ser más, ser menos,
son de plena naturaleza y mi pecho desnudo recibe de tal vida, más vida,
la que penetra caliente y dulce en mi corazón.
Corazón hermano del frio y de las nieblas desoladoras.
Corazón, hambriento perenne de la luz, del tiempo sin tiempo
del Amor.
Corazón que sufre el silencio,
que guarda las palabras
como luciérnagas afanosas
en prender luz total,
la luz del cielo y de la tierra,
la luz del oscuro
y la del claro inconsciente
pero las guarda......
pues sabe oír y recibir
sin palabras toda la claridad
en el vivir propio
en el inagotable palpitar
que sufrido cuando no se reconoce
a si mismo
y limpio de dolor cuando lo hace
.........nace y crece
vive y muere.
A PABLO (Abril 2007)
Silvia Cordero Cueva ++
Pablo amigo, Pablo apóstol,
te conocí el día de tu entierro.
Una tarde de sábado lluviosa y sombría
decidiste no vivir más,
a pesar de ser el verdor,
el retoño a veces huraño y huidizo del nogal y el eucalipto
Tu aura se quedará para siempre,
incrustada en las venas del cedro y el ciprés.
Tu vida debió ser urdida a golpes
como tus manos, tu creación,
que esculpieron la gruesa madera
para darnos rostros tiernos, rostros crudos
Y en el ocaso de la tarde,
contemplaste, oraste al viejo tronco
a que te respondiera como trabajarlo.
Te fuiste, nos dejaste, sólo cuando te contestó,
cuando supiste los rostros que nos dejas,
y junto a ellos, hoy descansas amigo