Hélie Lug


I
¿Y si en la informe regularidad del día…
Encontraras de pronto
Entre los pliegues de lo muelle, del hábito,
 Inadvertidamente nueva
Una visión cualquiera transformada
Súbitamente primigenia?
Porque descubres
A esa que mira a desde el fondo de ti
Y en  un instante de presencia
Te devuelve el presagio de
La efímera condición que te sostiene
Más… tú sabes,
¡Qué importa esto último!
Que fuiste, fuiste…

II
Días y  noches que sostienen
El rumor cíclico del hambre
Los malos miedos
El pulsar de la sangre
 En la contigüidad estrecha que se agolpa
Tras el tambor inverso de la piel.

Un cuerpo -solo- se arrebuja
Y al  primer trino de  luz recoge con  oído insomne
Un  aleteo gris o desgranar de plumas sobre el tejado
 Mazo de naipes borrosos
Que vislumbra las consecuencias del día.

Sombra de pájaros y  lloviznas
Aguzan la memoria de días eternos
El silbido del pájaro garrapatero
Sobre el gajo violeta del jacarandá
Y un jardín amanecido en estanque tras la tormenta.

Germinados con latidos de lluvia
Los huevos secos de las ranas
Se desprenden del polvo del verano
Y despiertan  transfigurados a la noche.

Las sombras verdes fluctuantes
De sus gritos recién nacidos
Entran por la ventana donde ella
La de ojos tempranos, presencia.



BAJO LAS HOJAS DE LA LLUVIA EN UNA PLANTA DE TABACO

A  G.T. 
Usted, que probablemente duda de su oficio
Enmascarado por labores magnánimas, mundanas
Hoy me ha traído de la mano a la orilla de sus versos
Y desde aquí respiro y me consuelo, sin más razón.
O desde la constatación de una cierta inutilidad para el mundo
Que no me deja otra salida
Que la palabra.



AYAMACHAY

La forma con variantes de su forma.
La forma que se revela como la condensación de aquello que se espera.
La forma múltiple e informe del arquetipo
Que se hizo para completar su medida.
Está allí, concreta e inalcanzable,
Musical y cierta  y carnal.
Más tarde no será más
Tan solo indiferentes categorías fantasmales
Que ocupan la matriz de la forma perfecta,
O el descanso de las almas.

Lamento de las almas inconclusas…
El molde donde tanta materia no basta para cuajar una sola figura.
Su figura…
Ayamachay.



EFIMERA

Leer poesía es como interpretar las formas de las nubes:
Cada quien ve lo que ve
Y (por instantes) se es feliz.



LABERINTO
Consolación de la palabra
Por la palabra.
De la palabra por la memoria.
Con la palabra de la memoria.
Consolación,
Al fin.


ATAHUALLPA

No desea salvarse a sí mismo. En la penumbra del calabozo,  juega a la taptana con resplandecientes maíces que marcan, sobre el tablero, el  curso inexorable de los astros. 
Pizarro, abrazado a las  rodillas del  Hijo del Sol,  recuerda a Pilatos  y  se estremece. Relinchan los caballos y entra al escenario el cura Valverde, biblia en mano.   Los actores  representan el drama  con absoluta convicción. 
Terminado el ensayo, Atahuallpa  va a su camerino y se despoja de la máscara. Detrás de ésta, el rostro azul de  Shiva, en un rictus feroz,  le sonríe desde el espejo con imperecedera aprobación.