Henri Garzón




LUCIÉRNAGA DE CAMPO
 

la luz refulge y se ponía cierta

en el obscuro anden del paseo

amarra el ritmo tierno del latido

lo inflama de gracia profunda

y lo corona de flagrantes flashes

retorna el mudo recuerdo del pasado

que no se pasa

y perfuma el trompo del destino

sostiene con aplomo

el tierno ademan

y no se perturba por el misterio

que ronda poblando

el universo de los contentos estamentos

de los perfumes

que se desprenden hermosamente

de los jardines aldabados en la sombra

y se conmueven prófugos

del sagrado velo

de las alas

dotación de ángel

y extremo vaivén de la fisura mágica

soporte del primer paso

del vivo condumio

de la estancia

y peso inquieto del alma

etérea figura de divino toque