F.L.I.
En vez de
pierna de palo, pincel, pensaba mientras en el camino uno le gritaba: -maestro
maestro, y sentía que sus manos se convertían en brochas al saludar
modestamente, y no, el paisaje ya no era el mismo, la ciudad se estaba convirtiendo en enemiga, no podía ser de otra manera, pues tantos amigos habían
cambiado el color del ambiente, mientras menos metes mano, menos la cagas,
se decía al sentirse cada vez mas lejos del lienzo, la tela ahora será cobija o
sabana, el arte se está desvaneciendo, irónico, ya ni las montañas pueden,
ni las calles dejan, tiene ganas, hambre, ansiedad, el color de la carne no
está en un tubo, el olor de la carne es lo que tuvo, ahora la dialéctica de la ternura, a desempolvar la pasión día a día, emprender la voluptuosa y
arrolladora fantasía de amar será el sostén y el calzón de esta envergadura.
Hay unas cuantas especulaciones, conjeturas, entrevistas y proposiciones, todo
inútilmente interesante, exageradamente caótico y un tanto farandulero, en todo
caso agradable, honroso digamos… esto de la fama de papá, un hombre que supera
todo eso solamente con su sonrisa, la más tierna que he visto.
Mi
padre nació en 1956 año en que Estados Unidos decidió detonar un montón de
bombas atómicas por las puras, Aretha Franklin edita su primer álbum con tan solo 14 años, Buddy Holly edita
su primer sencillo, Blue Days, Black Nights. Nacen María Isabel PAntoja Martin, tonadillera española, Alejandro Nava,
pintor mexicano. Mueren Emil Nolde, pintor expresionista
alemán y Jackson Pollock, pintor estadounidense. Y como dato curioso cinco misioneros
protestantes de Estados Unidos fueron asesinados brutalmente por indígenas
Huaorani en Ecuador, los miembros de la tribu usaron lanzas para matar y
descuartizar a los hombres…
Es
segundo hijo del Dr. Bruno Stornaiolo y de la Sra. Ángela Pimentel, el Dr.
Psicólogo clínico, sexólogo, consultor de parejas, y periodista, creador del
test stornaioloalter10 que consiste
en reinterpretar en positivo, de la teoría del celofetichismo y pionero en la
Psicología del Deporte. Ella posiblemente la mujer más versátil del
país, desde arreglar el cableado eléctrico hasta confeccionar los mejores
vestidos para barbie, cubrecamas de dos y tres plazas tejidos a mano, abrigos de piel y ajuares enteros, pasteles de
chocolate, fruta, vainilla, nuez, caramelo, cada uno más rico que otro y
después te pregunta si se te antoja una humita o empanadita de viento…
Tengo
entendido que el afán pictórico nació con él, hubo episodios que demostraron
eso desde muy temprana edad, empezando porque resucitó a los dos años después
de una muerte momentánea, minutos en que perdió el conocimiento, boqueó, viró
los ojos y se fue, causando un
terror terrible en mi abuela, que de
rodillas le rezaba a la virgencita, aparentemente había ingerido acetona. Sé que esos minutos él fue arriba, y vio lo
que tenía que hacer acá abajo así que decidió regresar.
Después
de eso disfrutó de una niñez tranquila, obviamente cargada de los clásicos
mimos y berrinches que aún mantienen la misma tonalidad.
A los 12 años comenzó a hacer caricaturas de
los principales deportistas de Quito, que se publicaban en el diario “Ultimas Noticias”
recibiendo 5 sucres por cada una.
En la
adolescencia el dibujo, el futbol y la música fueron elementos de gran
importancia, era un gran arquero, procuraba usar una capa para poder volar y
atajar la bola. Tocaba la guitarra en la banda del colegio Spellman. Sé que era muy tímido, me lo ha contado,
siendo tan alhajito y talentoso probablemente pasaba por vanidoso o antipático,
pero no, pura vergüenza, ahora cuando conversamos me dice que era un joven
sencillo y que ahora, a estas alturas, finalmente ha descubierto el arte de la
seducción.
Conoció
a mi mami porque alguien los presentó, tenía que pasar seguramente, creo que
fue un amor loco, bueno, eso me dicen los miles de retratos que encuentro de mi
hermosa mamá, en papel, al óleo, sobre madera, tela, pasteles, carboncillo,
acostada, sentada, vestida, desnuda, disfrazada, embarazada, cantidades de
ellos, supongo que así la enamoró, ella era muy libre, viajaba como si no
hubiera que parar de hacerlo, no se estaba quieta. Hasta que, claro, aparece
quien cuenta esta historia en el vientre de Nelly Witt, la bella azafata que tuvo
que bajarle el ritmo a su vida para convertirse en la Sra. Nelly de Stornaiolo,
mujer valiente que luchó como ninguna por sacar adelante al pintor, puerta a puerta los cuadros para vivir,
trasnochadas en la misma pose para el retrato perfecto, a capa y espada la vi,
no solo ser la musa sino la heroína de la incipiente familia. Habían decidido que sí se podía vivir del
arte, quizás sería más duro pero más lindo, en cierto sentido supongo que fue así. Entonces compraron un terrenito en las
ruinas de Rumicucho, lejos, muy lejos de la sociedad, no había más que arboles
y tierra a algunos kilómetros a la redonda, no teníamos agua, ni teléfono, ni
luz, al principio. Recuerdo una cabra y
una viejita que la llevaba a casa para darnos la leche fresca. Tierno y trágico ¿verdad? y mi papi pintaba
como un salvaje y mi mami estaba ahí apoyándole con cuerpo y alma, eran
felices, era yo la que no entendía nada.
Recuerdo
con inmensa nostalgia (suspirando y cerrando los ojos), la hora de los deberes,
sobre todo al principio del año cuando debía dibujar las carátulas de los
cuadernos, él las hacía obviamente. En
un cuaderno de historia dibujó a Simón Bolívar
en un caballo seguido por unos 10 soldados con sus armas, mi mirada atónita en
esos momentos, ver cómo se deslizaba el lápiz Staedler HB 2 en la página primera del cuaderno Norma de
líneas con tanta sencillez como si fuera fácil, encantador y mágico movimiento
de una mano que parecía Carla Fracci en escenario. Y los colores, en ese
momento para mí, él estaba inventando los colores. Cómo quisiera tener ese cuaderno ahora.
Después de 7 años de leche de cabra, largas caminatas,
muchas “mucha tres” aquello que llamaba papá a un beso que nos dábamos bajo la
luna llena mi mami, mi papi y yo, la radio a pilas que entonaba un blues en el
taller toda la noche de inspiración, taller cuya pared daba a la de mi cuarto y
como él sabía que yo tenía miedo en las noches, usábamos una especie de código
de golpes en la pared: pum pum pum, el con una brocha, pum pum, yo con la
cabeza de la muñeca y me quedaba tranquila.
Fuimos
a vivir a un edificio verde en una plaza donde también se encuentra la Iglesia
de Santa Clara de San Millán. Solíamos ir a misa los domingos, y comprábamos
chupetes arcoíris de esos que van cambiando de color a medida que los vas
chupando, nos encantaba ponernos cada uno en la esquina de una cuadra y correr
a abrazarnos en la mitad, para mí era uno de los momentos más emocionantes del
día, para él, entiendo que una especie de liberación, creo, pasaba encerrado en
su taller pintando todo el día y esos ratos, que hacíamos como en las
películas, en “cámara lenta” debían
representar algo así como una catarsis.
Poco
tiempo fue el que pasamos en ese departamento, enseguida, gracias a mamá, fue
que fuimos a vivir a Australia, un tanto lejos, la verdad. Complicadón resultó
ese viaje, pero trajo muchas ventajas a nuestras vidas, dejamos de ser tres,
llegó Angelita, gran ilusión a la vida de los “stornaiolowiltos”, el mejor regalo,
una hermanita tipo muñeca.
Mi
padre pintó muchísimo, le dieron un trabajito en la corte, en la Corte Suprema
de Melbourne, debía retratar a los implicados en juicio, era majestuoso el
asunto, solemne a morir. Usaban unas pelucas blancas con rulos, vestidos largos
estos señores de la ley, y se levantaban y sentaban con bastante frecuencia,
como en misa. Mi papi estaba ahí
dibujando los gestos del acusado, del juez y del abogado, rapidito cambiaba de
pagina con una agilidad única. no recuerdo cuanto le pagaban, pero enseguida
desistió y volvió a la vida del tallercito, que siempre fue igual, ese territorio,
donde quiera que fuera era exacto, olía igual, se veía igual y me daba siempre
la impresión de estar en el lugar prohibido.
Creo que fue mi madre o el mismo Luigi que me hicieron desde siempre
sentir que ese lugar no era para mí, o porque podía dañar o romper algo, o porque podía causar la peor
fatalidad de todas: distraer al artista, quitarle su inspiración. Ante estos
dictámenes siempre fui muy prudente y sí, espiaba por la rendija o por algún
hueco en la ventana, veía desde lejos en esa clásica posición como que de cabeza gacha para un lado. Podía entrar, claro, pero cuando me quería
hacer un retrato, y era muy agradable estar ahí en ese pequeño mundo de
colores, melodioso. Era fascinante advertir la llegada de la tela en blanco y a
la mañana siguiente un universo plasmado ahí, exacto, con las expresiones y el
manierismo atentando mi vulnerable infancia, dándome las razones tajantes de
por qué hay tanta gente de más, y entender de una vez por todas que mi padre lo
tenía todo muy claro.
Sí,
quiso que yo pinte, y sí intentó enseñarme algo, a mí no me gustaba, no, mejor
dicho; no me salía y esa frustración me sacaba de mis casillas. Entonces íbamos a jugar tenis, a veces una
tarde entera, en una cancha armada en la sala, con unas sogas en el medio que
hacían de red. No tengo muy claro cómo
nació este pasatiempo, pero era un gran ejercicio, si no me equivoco eran las
tardes que mamá salía a trabajar en un hospital y yo me quedaba en eso, el
intento fallido de dibujar, el tenis que también terminaba en berrinche porque
siempre me ganaba y finalmente el abrazo en el medio del medio que cerraba con
broche de oro poco a poco la veloz infancia.
El
regreso triunfal a Quito, tuvo sus consecuencias, muchas de ellas positivas,
como el taller en La Floresta espacio donde cuadrazos como: Espectáculos energumenescos de gente ebria
en noche plenilunada, Baile de amplio como de reconocido prestigio en el medio entre
otros, fueron confeccionados.
La
pintura de mi padre, evidentemente está cabreada, hay un disgusto poderoso con
la sociedad, y tiene toda la razón, el ser humano es una grosería, una menudencia
y en esta ciudad ni se diga. Él no está cabreado, no tiene disgustos mayores,
no pelea y se lleva muy bien con todos. Los dos me fascinan, a los dos
contemplo con mucho respeto, me enseñó que existen esos dos mundos y que
eventualmente hay que explotarlos.
La
desnudez y la caricatura se conjugan y
generan una mueca irónica que termina en asombro, en risa, espanto, en
compresión, o en todas. Provocar eso (sin querer hacerlo) es parte del talento
de papá, los colores, la locura, la ternura, la habilidad, el círculo lúbrico
del gran talento de papá.
Todo
pasó muy rápido, me hice grande y madre al mismo tiempo, Tomasito, mi hijo, me
recompensó con su habilidad en el dibujo, (y miles de otras cosas) cayendo yo
triunfal ante aquella cabeza gacha y lanzada del lápiz frustrado de años antes,
en los intentos de Luigi de enseñarme a dibujar.
Ahora
hemos llegado a fundar una amistad eterna, un fuerte acolite, tenemos mucho en
común, y a la vez una cantidad de temas por discutir. Mi padre es un hombre maravilloso, sensible,
humilde y cariñoso. Es muy inteligente,
un gran conversador. Algún día llegué a pensar que sabía demasiado, debe ser
que ha tenido la suerte de estar en el lugar correcto en el tiempo correcto y
de acertar cabalmente, de tener el tino adecuado. Me encanta que sea mi papá,
lo amo con locura, y cabe recalcar, es un pintorzaso! Eso de ley.