ROSAS-TAURINAS
Paseaban
Juan y Turrón por una ciudad transfigurado y fría, recordando otros tiempos y
otros momentos cuando todo era cálido y amable. La gente ya no se buscaba en
los ojos ni en las montañas, ni en las nubes, ni en los árboles, sólo se veían
a ellos mismos en una especie de espejos que manipulaban entre sus manos. El
rito y la ceremonia habían desaparecido de la vida… al pasar frente a la plaza
de toros abandonada… Turrón le dijo a Juan ¿te acuerdas cuando veníamos a
acompañar al universo en la danza mítica que venía de siglos? cuando las
personas presentes en los tendidos se fundían en una sola emoción ante el sol,
la arena, la sangre y el juego de vida y
muerte del toro y del torero para conjurar la existencia ¿te acuerdas? Entremos a la plaza querido
Turrón, veamos si sentimos la emoción que debe estar contenida en ésta todavía.
Cuando entraron… se sorprendieron al encontrar el ruedo lleno de rosales y los
rosales llenos de rosas muy rojas, encarnadas… ¿qué es esto? Dijo Juan y turrón
con esa sabiduría intacta de los seres que
no tienen el obstáculo de la mente, inmediatamente le contestó: son
rosas que han crecido de la sangre derramada en este ruedo, rosas que siguen
conjurando la muerte, alimentadas por la vida que se ofrendó en esta plaza…
rosas que cantan a la divinidad por el pasado que hemos perdido… Juan no pudo
contener las lágrimas y le dijo a Turrón; salgamos mi querido, regresemos a
nuestro encierro, no soporto el mundo como es ahora.