Mauricio Salgado Vejarano



ROSAS-TAURINAS


Paseaban Juan y Turrón por una ciudad transfigurado y fría, recordando otros tiempos y otros momentos cuando todo era cálido y amable. La gente ya no se buscaba en los ojos ni en las montañas, ni en las nubes, ni en los árboles, sólo se veían a ellos mismos en una especie de espejos que manipulaban entre sus manos. El rito y la ceremonia habían desaparecido de la vida… al pasar frente a la plaza de toros abandonada… Turrón le dijo a Juan ¿te acuerdas cuando veníamos a acompañar al universo en la danza mítica que venía de siglos? cuando las personas presentes en los tendidos se fundían en una sola emoción ante el sol, la arena, la sangre y el juego de  vida y muerte del toro y del torero para conjurar la existencia  ¿te acuerdas? Entremos a la plaza querido Turrón, veamos si sentimos la emoción que debe estar contenida en ésta todavía. Cuando entraron… se sorprendieron al encontrar el ruedo lleno de rosales y los rosales llenos de rosas muy rojas, encarnadas… ¿qué es esto? Dijo Juan y turrón con esa sabiduría intacta de los seres que  no tienen el obstáculo de la mente, inmediatamente le contestó: son rosas que han crecido de la sangre derramada en este ruedo, rosas que siguen conjurando la muerte, alimentadas por la vida que se ofrendó en esta plaza… rosas que cantan a la divinidad por el pasado que hemos perdido… Juan no pudo contener las lágrimas y le dijo a Turrón; salgamos mi querido, regresemos a nuestro encierro, no soporto el mundo como es ahora.