CARTA
(1 de Mayo)
Te escribo desde el cafecito aquél de la esquina de la Páez,
donde estuvimos tantas veces. La ciudad está menos vacía de lo que imaginé. Más
viva. Casi todos los días ha estado lloviendo, una lluvia fina, abigarrada y
persistente. El cielo blanco o gris. Como el de hoy. Yo, con las duras,
inevitables consideraciones. Sintiendo –no solo comprendiendo- el paralelismo
tenaz de nuestras vidas. Ese fondo doloroso y contradictorio –sin resolución-
de nuestras respectivas soledades. Especialmente por la debilidad que implican,
por su carencia de perspectivas; como si la sombra, la sombría región que
acecha en toda vida, hubiera establecido un dominio, un campo de gravitación en
nuestra sangre; un pasaje al fondo de nuestros ojos. (“¡Y sin embargo es la
vida!”)
Me alegra escribirte, incluso en estas circunstancias. Como
verás también la ambigüedad y la afirmación nos corresponden de un modo
concreto y legítimo. ¡Faltaría más!
La semana pasada pedí prestado un libro bellísimo. Carnal,
lúdico; escrito en un estilo libre, poético, absurdo: “El poeta asesinado” de
Guillaume Apollinaire. Libros así me sostienen y me alegran. Puedes leer por
aquí, por allá. Una página y quedas metido en su juego, en su libertad.
Al campo no salgo. Tengo que bastarme con “mi escudriñar” lo que
se me ofrece por Guápulo, en los parques. Supongo que es parte de mi insufrible
inercia. Lo del Oriente se volatiliza cada vez más. Mi amigo (….) no parece
dispuesto a recoger el guante, aunque a decir verdad, él fue el que lo arrojó.
Es un ser extraño. Al final no sabes cómo entenderlo, ni cuánto confiar. Tiene
su vida (…) con largos períodos de alcoholismo y cocaína, en los que ora es
súper fraterno, ora radicalmente indiferente o ambiguo. Queda siempre un margen
de posibilidad de que a la postre se realice el tal viajecillo. El efecto que
esto causa en mí, puedes imaginarlo, no es sólo la frustración en este punto
específico, es sobre todo que era el único proyecto de envergadura que tenía.
El único curso de posibilidad. En suma, mi horizonte.
Jamás se debe decir “la vida es así”. La vida es lo que TU HACES
CON ELLA ¿Y si no haces nada? Coño, merecido tienes el que
ella te trate con su frío y miseria, con desdén y vacío. Sólo me queda, si no
logro un viraje fundamental, los sueños y el alcoholismo. Y de vez en cuando un
poema, un amor.
La emoción que siento por ti, la tengo como principalía, me
duele y me acoge. Me turba y me alegra. En una dimensión más esencial, jamás te
sientas sola. Nuestras vidas, perdidas, a veces desesperadas, están unidas,
unidas.