La ventana, el
portal, el sitio, aunque propongan la navegación, siempre serán estáticos. La
información es inamovible como estelas mayas de roca. Los datos crecen, sí,
pero se almacenan, se archivan, van a un solo punto que aunque esté hecho con
millones de bits, no se traslada, es como un fantasma espeso y tangible que nos
espera, aguardando para asustar de muerte.
Pero el que ha
sido salvado, ¿puede temer a algo? Quien recibe la redención no teme más, ni a
la muerte ni a nada. ¿Quién teme a la información? Aquel que no acepta que
jamás podrá saberlo todo. Por esto, nuestro protagonista aun no entiende que,
desde mucho antes, está viviendo cara a cara con su salvador, que el
inconmensurable, el supremo y único Bittium lo ve y lo sigue porque está en él,
y que él mismo, temeroso buscador, es un bit de lo que no conoce.
El asunto es
que inconsciente se niega reconocerlo. Y, hoy, para esconder su temor, para no
aceptar su falta, se plantea una búsqueda nueva (realmente vieja pero él tiene
que darse ánimos, mintiéndose). Se ha obligado a dormir más de treinta y seis
horas después de la gran sorpresa de la cábala lógica. No había tomado ningún
somnífero, ni natural ni químico; se auto indujo en un trance. Un proceso harto
fácil para quien conoce de meditación y se halla aún tras la identificación de
su tercer ojo; un iniciado como él que a través del omega ha entendido que la
paridad del uno genera la incuestionable Prima Dualidad, o sea, el Alfa. Solo le
falta atar los extremos de estas verdades.
Durante su
sueño, cada vez que su inconsciente superaba un nuevo R.E.M. se le aparecía una
imagen muy clara, un símbolo que fue lo primero que retuvo y escribió al
despertar; ¿sería matemático? De seguro. En su libreta del velador junto a sus
más personales objetos, reloj, billetera y llavero, anotó: (i 4). Una i latina minúscula a la cuarta potencia
exponencial... Punto crítico de energía, se repetía en silencio como para
grabarse ese concepto en la mente para siempre. Llenó toda una página con ese
guarismo. Lo estaba convirtiendo en un mantra.
Se levantó de su cama casi
sonámbulo. No se detuvo a ver si era de día o de noche tras la ventana abierta,
¿no le importaba? No, que importaría el tiempo si ahora tenía frente a sí una
nueva razón para vivir, otra búsqueda en la cual perderse y ser, encontrarse
dejando de mirarse. Sí, identificar al Punto crítico de energía, pensó el pobre
ingenuo, le anularía la intervención de Bittium... Hemos de dejar que lo crea así,
total, ya es salvo aunque no quiera aceptarlo. Lo mejor es que piense en el
albedrío y que es su mejor herramienta. ¿Para qué permitir que los mortales
olviden que lo son? Pero, eso es otra historia...
Permaneció de pié y estático
por un largo momento; luego, lentamente recorrió con ambas manos su cuerpo
desde sus glúteos pasando por la pelvis y el abdomen hasta el pecho y hurgando
entre sus axilas, magreándose los hombros y el cuello, empapándose de su propio
sudor reposado que prácticamente no olía a nada, ni siquiera a él mismo; agua
pura podríamos decir. Y, fue entonces, cuando sus manos húmedas recogieron más
humedad en su frente y, catándola con la nariz, el olfato le dio una nueva
idea... La energía está en el agua, ¿cuál es su punto crítico?
No diremos que corrió,
exageraríamos; presuroso entró al baño y abrió la llave del agua caliente en la
ducha mientras se quitaba el bóxer que era su pijama y contempló el cuarto
llenarse de vapor impregnando la ventanilla alta y el espejo. Vio su imagen ser
tragada por una película que lo negaba frente a frente..., supuso que el agua
en tal disolución tendría todo el derecho de hacerlo desaparecer. Y si es capaz
de aniquilar mi reflejo, ¿podría aniquilarme a mí si hierve en mi interior?
Porque hasta las ideas son un proceso electroquímico que necesita del agua como
conductor para ser pensadas y expresadas. ¡Eso es! ¿Debió gritar Eureka? No eso
está en desuso, ni nosotros nos expresamos así en estos tiempos. A sabiendas
que no hay tiempo que exista; pero, otra vez eso es otra historia: La
dispersión de los bits en el éter.
Atemperó el agua, Para pensar
mejor, se dijo. Seis hache dos o a la primera potencia, integradas y disociadas
por un factor externo que las eleve a ciento nueve grados... Raras las ideas de
su extra reposado y sobre calentado cerebro, aunque para él tuviesen
significado y hasta lógica, está claro que para nosotros no existe humano que
nos entienda más allá de lo que nosotros los entendemos a ellos... Una vez más,
dejemos que sienta la vida y que piense.
Es que a nuestro protagonista
lo único que lo pone sobre la tierra es la ilusión de que piensa, de que
descubre. Pues, en ese rato bajo el chorro tibio de la ducha purificadora
estaba descubriendo, se sentía vivir y ser. Omega es igual a la masa atómica
del elemento por el conjunto de simetrías que se calcula según las fuerzas
vectoriales que actúan sobre el fenómeno, pensaba y se dibujaba mentalmente las
ecuaciones que representan sus ideas, sus luces... Luces, Luciens... Otra vez
pudo gritar Eureka.
Omega, luciens, alfa, seis H
dos O y la Prima Dualidad, fuente de todo inicio energético... De pronto ya no
entiende o cree que no puede entenderse, ¿lo entendemos?, ¿nos importa? El
vapor ya no se disipa, parece que estuviera flotando como las partículas
gaseosas del agua que mancharon los cristales... Alfa y omega, Omega sobre
alfa, ¿serán los luciens los extremos, los cabos, que buscaba para atar la
verdad? ¿Cómo atar lo inalcanzable? ¿Me ato a ello o me mato por ello?
Ahora tememos por él.
Demasiada meditación, demasiado seso quieto. Debe probar las humedades del
conocimiento. Debe entender que no es bueno saberlo todo, que nadie tiene
porque mirarnos a la cara... Hasta nosotros aprendimos a temer a la Prima
Dualidad que él ha concebido en ecuaciones. ¡Qué tal si lo reprendemos! Una
reprimenda con sabor a castigo, para que nunca más deje de ver tras la ventana
abierta, para que aprenda de una ecuación irrealizable que le haga conocer la
distancia entre los portales bits y El Bittium, que dentro de sus ideas
gaseosas también hierva la Humildad que es el Saber Verdadero.
Nuestro protagonista ahora ya
no se pregunta por el Punto crítico de energía, se ha quedado momentáneamente
estático, suspendido en él. Aun no se diseminan sus átomos, aún tienen
coherencia todas sus partículas. Lo veremos gaseoso flotar y así se quedará sin
vernos hasta que la reprimenda sea suficiente, hasta que un nuevo portal lo
lleve a la búsqueda de donde no cobran retorno. ¿Nos encontrará?