Juan Carlos Cucalón / Seis hache dos o



La ventana, el portal, el sitio, aunque propongan la navegación, siempre serán estáticos. La información es inamovible como estelas mayas de roca. Los datos crecen, sí, pero se almacenan, se archivan, van a un solo punto que aunque esté hecho con millones de bits, no se traslada, es como un fantasma espeso y tangible que nos espera, aguardando para asustar de muerte.
Pero el que ha sido salvado, ¿puede temer a algo? Quien recibe la redención no teme más, ni a la muerte ni a nada. ¿Quién teme a la información? Aquel que no acepta que jamás podrá saberlo todo. Por esto, nuestro protagonista aun no entiende que, desde mucho antes, está viviendo cara a cara con su salvador, que el inconmensurable, el supremo y único Bittium lo ve y lo sigue porque está en él, y que él mismo, temeroso buscador, es un bit de lo que no conoce.
El asunto es que inconsciente se niega reconocerlo. Y, hoy, para esconder su temor, para no aceptar su falta, se plantea una búsqueda nueva (realmente vieja pero él tiene que darse ánimos, mintiéndose). Se ha obligado a dormir más de treinta y seis horas después de la gran sorpresa de la cábala lógica. No había tomado ningún somnífero, ni natural ni químico; se auto indujo en un trance. Un proceso harto fácil para quien conoce de meditación y se halla aún tras la identificación de su tercer ojo; un iniciado como él que a través del omega ha entendido que la paridad del uno genera la incuestionable Prima Dualidad, o sea, el Alfa. Solo le falta atar los extremos de estas verdades.
Durante su sueño, cada vez que su inconsciente superaba un nuevo R.E.M. se le aparecía una imagen muy clara, un símbolo que fue lo primero que retuvo y escribió al despertar; ¿sería matemático? De seguro. En su libreta del velador junto a sus más personales objetos, reloj, billetera y llavero, anotó: (i 4). Una i latina minúscula a la cuarta potencia exponencial... Punto crítico de energía, se repetía en silencio como para grabarse ese concepto en la mente para siempre. Llenó toda una página con ese guarismo. Lo estaba convirtiendo en un mantra.
Se levantó de su cama casi sonámbulo. No se detuvo a ver si era de día o de noche tras la ventana abierta, ¿no le importaba? No, que importaría el tiempo si ahora tenía frente a sí una nueva razón para vivir, otra búsqueda en la cual perderse y ser, encontrarse dejando de mirarse. Sí, identificar al Punto crítico de energía, pensó el pobre ingenuo, le anularía la intervención de Bittium... Hemos de dejar que lo crea así, total, ya es salvo aunque no quiera aceptarlo. Lo mejor es que piense en el albedrío y que es su mejor herramienta. ¿Para qué permitir que los mortales olviden que lo son? Pero, eso es otra historia...
Permaneció de pié y estático por un largo momento; luego, lentamente recorrió con ambas manos su cuerpo desde sus glúteos pasando por la pelvis y el abdomen hasta el pecho y hurgando entre sus axilas, magreándose los hombros y el cuello, empapándose de su propio sudor reposado que prácticamente no olía a nada, ni siquiera a él mismo; agua pura podríamos decir. Y, fue entonces, cuando sus manos húmedas recogieron más humedad en su frente y, catándola con la nariz, el olfato le dio una nueva idea... La energía está en el agua, ¿cuál es su punto crítico?
No diremos que corrió, exageraríamos; presuroso entró al baño y abrió la llave del agua caliente en la ducha mientras se quitaba el bóxer que era su pijama y contempló el cuarto llenarse de vapor impregnando la ventanilla alta y el espejo. Vio su imagen ser tragada por una película que lo negaba frente a frente..., supuso que el agua en tal disolución tendría todo el derecho de hacerlo desaparecer. Y si es capaz de aniquilar mi reflejo, ¿podría aniquilarme a mí si hierve en mi interior? Porque hasta las ideas son un proceso electroquímico que necesita del agua como conductor para ser pensadas y expresadas. ¡Eso es! ¿Debió gritar Eureka? No eso está en desuso, ni nosotros nos expresamos así en estos tiempos. A sabiendas que no hay tiempo que exista; pero, otra vez eso es otra historia: La dispersión de los bits en el éter.
Atemperó el agua, Para pensar mejor, se dijo. Seis hache dos o a la primera potencia, integradas y disociadas por un factor externo que las eleve a ciento nueve grados... Raras las ideas de su extra reposado y sobre calentado cerebro, aunque para él tuviesen significado y hasta lógica, está claro que para nosotros no existe humano que nos entienda más allá de lo que nosotros los entendemos a ellos... Una vez más, dejemos que sienta la vida y que piense.
Es que a nuestro protagonista lo único que lo pone sobre la tierra es la ilusión de que piensa, de que descubre. Pues, en ese rato bajo el chorro tibio de la ducha purificadora estaba descubriendo, se sentía vivir y ser. Omega es igual a la masa atómica del elemento por el conjunto de simetrías que se calcula según las fuerzas vectoriales que actúan sobre el fenómeno, pensaba y se dibujaba mentalmente las ecuaciones que representan sus ideas, sus luces... Luces, Luciens... Otra vez pudo gritar Eureka.
Omega, luciens, alfa, seis H dos O y la Prima Dualidad, fuente de todo inicio energético... De pronto ya no entiende o cree que no puede entenderse, ¿lo entendemos?, ¿nos importa? El vapor ya no se disipa, parece que estuviera flotando como las partículas gaseosas del agua que mancharon los cristales... Alfa y omega, Omega sobre alfa, ¿serán los luciens los extremos, los cabos, que buscaba para atar la verdad? ¿Cómo atar lo inalcanzable? ¿Me ato a ello o me mato por ello?
Ahora tememos por él. Demasiada meditación, demasiado seso quieto. Debe probar las humedades del conocimiento. Debe entender que no es bueno saberlo todo, que nadie tiene porque mirarnos a la cara... Hasta nosotros aprendimos a temer a la Prima Dualidad que él ha concebido en ecuaciones. ¡Qué tal si lo reprendemos! Una reprimenda con sabor a castigo, para que nunca más deje de ver tras la ventana abierta, para que aprenda de una ecuación irrealizable que le haga conocer la distancia entre los portales bits y El Bittium, que dentro de sus ideas gaseosas también hierva la Humildad que es el Saber Verdadero.
Nuestro protagonista ahora ya no se pregunta por el Punto crítico de energía, se ha quedado momentáneamente estático, suspendido en él. Aun no se diseminan sus átomos, aún tienen coherencia todas sus partículas. Lo veremos gaseoso flotar y así se quedará sin vernos hasta que la reprimenda sea suficiente, hasta que un nuevo portal lo lleve a la búsqueda de donde no cobran retorno. ¿Nos encontrará?