(apuntes para un guión cinematográfico)
Escena
Uno.
Primera
Parte.
Tía
Boba -la Fabiola- y Tere, la prima solterona piden que les adivine la suerte:
"léenos las cartas Inés, si, léenos!", después de hacerse rogar, ya
que debe hacer la comida para los guaguas -ya son cuatro y una que se le murió,
cinco partos han sido-, sin disimular su orgullo de "bruja familiar",
finalmente acepta. Encantado el Rafael alienta a su madre que “adivine la suerte”,
jamás se pierde una sesión, ni conversación de “mayores”.
Segunda
Parte.
Revisa
que queden "paradas" las ollas y después de sacar la
"baraja" que la tiene en lugar secreto de un cajón de la enorme
cómoda, se instalan en la mesa del comedor de Chillogallo. Comienza el ritual
tentando la suerte a tía Boba, que pretendientes los tiene “para escoger”, y tan
solo quiere saber de trabajo. Es como la ronda de ensayo que Inés no le da
mucha importancia. Dispuestas las cartas en la mesa –con mantel blanco, manchas
de aguacate y yema de huevo que no han salido-, y con la última carta en sus
manos sin mostrar, pensando en lo que ve en la mesa y lo que tiene en sus
manos, y ante la insistencia de la "adivinada” de, "qué ves, Inés,
qué ves", responde acomodando la última carta, "mmm, parece que no
hay nada, es el Dos de oros, indica problemas para conseguir trabajo, y para
colmo junto al siete de oros, malo, malo; seguirás sirviendo colas en el bar, y
no te llamarán del Banco para darte empleo”; la adivinada levanta los hombros y
suspira hondo.
Tercera
Parte.
"Ahora
te toca a vos Teresita" -la preferida, y admirada-, que se está quedando
para "vestir santos", a quien le gusta un español con el que se
cartea y quiere saber de él. Pues bien, después del mismo ritual de
"tirada", todas ven que apareció la conocida figura del Caballero de
bastos; pues sí le dice la adivina, “alguien te está pensando Teresita, pero no
es el que te gusta; a ver, a ver, veamos en la última qué te sale", y
después de tirar la última carta: "Pues nada, es caballero de pelo oscuro, carácter enérgico,
siempre dispuesto a cambiar de residencia, no ves, es el militar, él si te
quiere", y la Tere escucha sin aceptar, con mueca y todo, que destaca el
lunar de la decepcionada prima.
Última
parte.
El
Rafael no se perdió detalle; servir colas?; un militar te piensa?; y dando la
vueltas a la mesa, metiendo la mano para tratar de tocar las milagrosas cartas
que dicen obviedades, y atento desde el principio, "desea" en lo más
hondo de su ser participar del aquelarre, a ver que le dirían a él las cartas:
"mami, adivíneme a mi, a-di-ví-neme!". Pero se repite la ya conocida respuesta, sin
mayor explicación, con mueca y sin la mínima idea de complacer al travieso, replica
Inés, “no molestes” y con gesto admonitorio, “ya vas a ver, la segura ortigada
que te espera, desconsiderado”.
Escena
Dos.
Primera
parte.
Inés
recibe otra vez, después de un tiempo la vista de tía Boba y prima Tere. Tiene
en sus brazos al último guagua, el Andrés, que nació pocas semanas atrás. No se
han reunido en un año. Las primas han venido de visita a ver al guagua. La Boba
se olvidó el regalo, la Tere trae preciosos escarpines y gorrita de L’enfant.
Pasen, siéntense, vinieron en bus, que horror. “es que yo no me subiría en uno
de esos. La última vez le picó el gallo al Rafael.” Se vieron rapidísimo en los
entierros de la Mamá, del tío Rafico y, por esa época, también del tío político
de Inés, Joaquín (flash back de los tres eventos, con Inés vestida con terno
negro, sin blusa y medias nylon, que, casi a gritos, y atolondradamente, aunque
sin derramar una sola lágrima explica en todos sus encuentros los detalles de
la muerte de cada viejo, entre ellos, también, y por separado a las dos
amigas.) Ahora la Inés está vestida con su ropa de trabajo –enorme pantalón
kaki que le queda flotando, pañuelo en la cabeza, saco de lana azul ultramarino
y camisa a cuadros adaptada de una que ya no usa su marido.
Segunda
Parte.
Con
Andrés en brazos y media teta afuera, también acuden a recibir la “visita”
Carlitos pidiendo "teta-teta" a su mamá y tirándole de las medias, y
también José, orinado "hasta la coronilla", Alicia –solo salió a
saludar a las tías- en su cuarto escuchando radio Musical, y Rafael molestando
a todas y todos; con las “tías” nerviosas de tanta bulla, pues “la Blanca está ocupada
poniendo agua a las gallinas, porque faltó la Fermina que está cerca de dar a
luz, yo debo ver a los guaguas, y las ollas”. Teresita emocionada, recibió
carta y habla del español, y almismo tiempo la tía Boba, de los pellizcos que
recibe pasando sánduches en el bar del Banco
Pichincha donde ayuda a su mamá la encargada. Ha pasado un año de cartas que
van y vienen, para la una. Un año de promesas de empleo y besos robados del
Jefe de Cajeros para la otra; ante lo cual la mas “inteligente”, o sea Inés
exclama: “Tía Boba, eres bruta porque él no te conseguirá empleo”; y “Tere, es que vos no el español, acéptale al
militar”. Y el Rafael, “si Teresita, si Tía Boba”. El guagua lacta, el otro
tira, el tercero jode. La marmita pita, las ollas braman, la cocina arde, la
antigua cocina de hierro fundido -importada- quema la leña a toda velocidad:
“que alguien me de poniendo más leñaa-a!”.
Tercera
Parte.
“Inés,
es que también hemos venido a que nos adivines la suerte!”; “ Si Inés, si!.”
Enseguida viene a su memoria lo que le sucedió en las últimas adivinadas (Flash
back de la Inés adivinando en tres ocasiones diferentes con ropa de trabajo,
falda sobre pantalón que le quedaflotando,
esta vez botas de caucho negras con vivos amarillos, blusa y saco de lana con
dibujosen jakcard. Primero fue con "la" Lydia, su cuñada de Alemania,
le sale por primera vez invertidoel Cinco de espadas en las cartas. Con su prima "la" Martha, después,
también apareció el mismo Cinco de espadas, y a los pocos días también con la
prima de su marido, "la” Yolita -siempre “la” porque Inés es “yo”-). De
vuelta al presente, y con el grupo de mujeres y niños, encontramos a Inés
exclamando: "Ya ven. Tres veces invertido el cinco de espadas. Tres muertes
por adivinar las cartas. Ni más adivino, ni más !" Ante la desilusión de
las primas, mientras la una le susurraba a la otra, “pero si esa era la gracia
de la Inés”, aunque respondida así, “calla, calla, que horror, cierto es, tres
muertes, tres veces las espaldas!”,y el Rafael sin entender bien, pensando,
¿español o militar?, ¿mujer de cajero o mesera?, reclamaba a gritos, “y a mi,
mami, y ¿a mi?, dijiste que me adivinabas cuando sea grande!”.
Escena
Final
La
tía Boba nunca consiguió trabajo, peor novio del Banco Pichincha. Se casó –a
los años- conun señor varias veces divorciado y con montón de hijos, y según
Inés, solo para servirle. Ahí le terminó la amistad. Tere logró casarse a los
sesenta con un señor español, veinte años mayor, y lamentablemente enviudó al
cabo de un año. Eso si, tiene "buen montepío" que dejó el señor y
algo en Benidorm. Distante amistad
mantuvo Inés –ya no adivinaba-, ni siquiera le invitaron al matrimonio. Inés
cumplió su promesa, y se autocondenó a vivir el resto de sus días la culpa de
su "adivinador" asesinato, conviviendo con autocastigos; como
cortarse los dedos al retacear la carne -que la adobaba para su marido e hijos
con su propia sangre-; así como, con parecida frecuencia sufriendo aparatosas
caídas con rotura de cabeza y otras lesiones (flash back de los diferentes y
sangrientos incidentes, desde la caída al caño abierto de la calle Ambato
delante de la casa de Teresita, y embarazada del José; hasta las penúltima y
última –y final- por pérdida de equilibrio al hacer pipí a la madrugada, que la
tiene postrada en silla de ruedas), sufrimiento que lo compartió con el Rafael,
es decir con palizas y ortigadas; moral y físicamente. Inés termina con las
siguientes palabras termina: "Me lo dijo la baraja, cuando le pregunté sobre
él, que me resultaría malo y que debía enderezarle, y cierto fue; lo mas grave,
cuando tenía seis años le quizo violar a la Alicia –entonces nunca mas dejé que
estén a solas los dos-; es que a los cinco aprendió en la casa del Papá, con
los Gaviria y un primo malcriado y mas grande que vino de Guayaquil; a los
cuatro ya se desnudaba con la Catalina Mena, tan chiquitos y ya puercos,
-cierto que bailaba precioso el Cha Cha Chá que le enseñaron la Tere y la
Gloria Gaviria-; pero ni que fuéramos cuencanos, impensable que me vaya a salir
artista, y peor, enamorado; a los tres
se me orinaba cuando íbamos de compras al Globo cosa que tuve que bañarle en
agua helada varias veces. Pero a él le decía que no podía
"adivininarle" porque era muy "chiquito"; cuando la verdad
es que salió el Siete de Espadas la vez que le adiviné; el
Siete
de Espadas en posición invertida, me salió que iba a ser malo, quizá debido al
desorden mental de la persona consultada, me salió del Rafael… ; asi que “me
tocó enderezarle con ortiga y acial; bueno, de vez en cuando también con un
encierro en el horno del pan, no podía ser mejor escarmiento ese cuarto oscuro,
alejado de la Alicia y vecino del cementerio”.
La
baraja volvió a la cómoda, y a todos dijo que la había botado, aunque alguna
vez si trató de adivinar –fue a una joven chilena, simpática vecina recién
casada, que ya no se acuerda su nombre, que ante su insistencia volvió a sacar
la baraja -a los tiempos-, y después de consultarle al amor, le dijo no, “no
podía adivinar, ya no se acordaba de cómo adivinar”, y la despachó, cuando la
verdad es que le salió el Caballero de Bastos, que en el amor gusta de relaciones
apasionadas con su mujer, pero invertida, que es un indicador de que los planes
están destinados al fracaso, y para colmo, salió junto a la Sota de Bastos que
significa la existencia de una infidelidad , lo que todo el barrio sabía, “la puerca le estaba
poniendo cuernos al marido”.
Epílogo
La
noche de tan agitado día, mirando a las estrellas, cuando ya todos dormían -su cuarto no era cuarto sino un corredor con
enorme ventanal y cama de tubos dorados-; sin comprender bien todo el barullo
que había hecho Inés, y el mismo, -ni siquiera le habia llevado a ver a alguno
de los muertos- solo sabia el Rafael que contaba en las noches para conversar,
sabía que en algun lugar del firmamento, –al fin y al cabo algo a de haber, no
es cierto-, estaba su "hermana de Marte", para hacerle compañía una
vez mas. Nadie le explicó nada, nadie le dijo que es ser “chiquito”, ni ser
“grande”, tampoco porqué tiene que ser militar, y no cajero, porqué regalo de L´enfant,
y no tripa mishqui, solamente recibió respuesta contundente una vez que preguntó
a su mamá, “¿qué es virgen?”, y si dudar le contestó al instante, “la tía
Boba”, cuestión que hasta hoy no ha podido adivinar.Tiempo después, ya cuando
era algo mas grande y, desde luego, mas rápido, ya lograba evadirel acial al
costo de dejar de almorzar –hasta que le pase las iras-, y ni la "hermanita"
de Marte, tampoco la regordeta "niña" Rita de chapas rojas hija de
españoles, mucho menos la "niña" Rodríguez de gruesas gafas pariente
de empleados de Banco, ni persona alguna se convirtieron en “objeto de
adivinación” de Inés –porque sencillamente ya lo sabía-; y lo notable de su vida amorosa –porque
dinero no hacía falta a un niño grande- fue el día que vió a Chavica, a pocos
pasos del río, delante del camino del cementerio, en la vertiente donde sus tías
lavaban, con la peña al fondo repleta de helechos y toda ella cubierta de musgo
de multiples tonos de verde, y una que otra chilca, fue donde el vio, jugando
descalza en el agua, mojada la ropa y toda ella, mientras él pasaba hacia
arriba…; en clase de literatura algún tiempo después aprendió los versos para
nombrarla, “moza tan fermosa non vi en la Frontera como la vaquera de ..” Chillogallo,
y, ese día Rafael descubrió a vida –negada por malo-; que Inés no adivinaría,
al haber guardado las cartas para siempre, y también, porque la Chavica ya había
estado embarazada del Manuel.
The
End
OTROS
y APARTES
El
ejemplo que te ponen del "eterno retorno" se refiere a cuán
recurrente es "tirar" con los dados un seis (no diferente de las olas
del surfista), no diferente de la "muerte" en la baraja: en algún
momento sucede; siempre llega a poner
orden al caos; mi madre no lo entendió así y guardó la baraja. (se amargó la
vida y amargó a muchos)
PINTURA
La
tía Boba es blanca como el papel, cosa que se le ve el azul de las venas en las
canillas, se cubre con medias blancas hasta los tobillos, y es mas bien tipo gorda,
y, casi siempre está con falda a cuadros, blusa de lana con cuello cerrado y
casi siempre tiene las chapas rojas, del calor que la agobia. En fin, su hablar
es acalorado y de timbre alto, algo tartamudea, y de tanto en tanto inspira
profunda y tísicamente.
La
Tere proyecta morena dignidad, afirmada por su gestualidad aristocrática y
diplomática, (su hermano es el primer secretario de la embajada en Bélgica) y
con leve lunar sobre la parte izquierda del labio. Ni fea ni bonita, es mas
bien de baja estatura, y delgada. Su voz es suave, pero firme y siempre está
observando y señalándolo todo -lo que es y lo que no es- pero muy tajantemente.
Es de pocas palabras. Se cree inteligente, no me simpatiza.
La
Inés tiene lo mejor de las dos –excepto lo de morena y aristocrática, que
detesta-, muy inteligente según ella y su papá –guarda en una cajita las
medallas obtenidas en el colegio por sus magníficas calificaciones-, que no
impidieron su destino de ama de casa, no obstante haberse propuesto estudiar Medicina.
Sólo consiguió una beca del franquismo para quedarse un año en el Castillo de
la Mota, cerca de Salamanca, y en este, cerca de la habitación de Pilar, la
hermana del falangista Primo de Rivera, y una semana en la Universidad de Santander,donde
escuchó a Menéndez y Pidal.
Bueno,
el Rafael soy yo.
Y,
la casa; pues, fue recientemente reconstruida por el esposo de Inés que es
ingeniero. Casa antigua de paredes de adobe, otras de tapial y cubierta de
teja. Ventanas de madera, nuevas y pintadas de color blanco, sin cortinas -la
Inés no ha tenido tiempo de coserlas-, buenas puertas.
Es
un solo ambiente de sala y comedor, solo dividido por un enorme aparador de
madera de ciprés y con un gran florero de porcelana azul ultramarino repleto de
cartuchos. Todo el espacio pintado en blanco antiguo. El primer ambiente con
chimenea -sin buen tiro, porque todo el humo se regresa- y hogar adornado con
piedras blancas traídas de Las Lajas por el ingeniero; en la parte superior una
Mona Lisa impresa en papel y venida del mismísimo Louvre, enmarcada con delgada
madera negro, vidrio, mínimo marco blanco, y sin paspartout. En la pared
opuesta una vitrina con puertas de ciprés empotrada en la pared, que guarda con
candado lo que queda de los juguetes de la última navidad; en el otro ambiente,
otra vitrina igual para vasos y una que otra copa. Los pisos de duela de
eucalipto algo húmedos y oliendo a Ace por haber sido recientemente baldeados
por la Blanca.
(1)
El ingeniero