Zeudónimo




DIA DE DIFUNTOS

los accesos al cementerio
se han colmado en un enjambre
seres que vienen llorando
sus desgracias y sus perdidas

visitan a sus enterrados
rosas, claveles, margaritas
ponen color a sus tumbas
pintadas de oscuro olvidado

transitan cabizbajos todos
brotando lágrimas dolientes
apretando corazones mutilados
suspirando vidas desgraciadas

cargan alimentos los indios
ofrecen el fruto de la cosecha
charlando con sus parientes
un brindis, un llanto y un bocado

todos fueron abandonados
todos tienen algún muerto
todos sufren un extravío
todos corren con esa suerte

y ahí entre mil sepulcros
en medio de tantos huertos
estas tu corazón mío,
tu alma ya se habrá desprendido
tu cuerpo ya estará corroído
tus lágrimas ya se habrán secado
y tu pensamiento seguirá
palpitante junto al mío

Zeudónimo



TU HISTORIA

hay una historia
que nadie quiere saber

una historia que
nadie quiere ni siquiera oír

es la historia de cuando te hicieron carne

empieza cuando no sabían que hacían

por mas que creían
por mas que meditaban
por mas que se convencían

es la historia de cuando nadie nos avisó
la historia de cuando nadie nos preguntó
de cuando nadie nos calculó
nadie nos pensó
nos pidió
llamó

es el cuento de las caricias
el cuento del por favor
de los te quieros
los te suplicos
te necesitos
extraños

es la leyenda de las caderas
la leyenda de los pechos
de los tales órganos
los tales espermas
los óvulos
orgasmos

del quien soy yo
del yo te entiendo

del como camino
del que tu opinas

del acompañamé
del no me dejes

del vete
del vente

es la triste o grata novela
del hazme así
del que hermoso ahí
del yo no se
del ahora que hago
del dime como
del así no

la misma historia de todos
la del livido animal
del que rico
y del que asco

bueno, ya estás aquí.

y a quien le importas?

dicen que por las noches
nomás se te va en puro llorar

juran que tu rodilla
nomás se te va en puro rezar


Eulalia Moscoso

A mi hijo Pablo Moscoso
Cuenca, Noviembre del 2006, fecha de su partida


Papo

Libre como el viento, corcél arabe y salvaje fuiste en la vida. Nada te pudo atrapar. Viajaste por espacios siderales y descendiste vertiginosamente, pequeño colibrí, a posarte por instantes en alelíes en flor.

Así naciste hijo mio, y así moriste. Hijo de la Luz, regresaste a ella porque todo aquí te quedo pequeño, llegando el día en que "nada ni nadie nos puede detener" como dice el poeta; arcilla indócil, como dice otro, jugaste con ella y la volviste dócil, esculturaste a tu capricho y cual reflejo de tu origen, salieron en tropel de tus manos, creados con tu humano aliento, caballos, pegasos, minotauros, shamanes y guerreros, arlequines, payasos y morsas, bailarines que en un pie estan en equilibrio, el indio por 500 años crucificado, el príncipe Onaris y la frágil gacela, atropelladamente salieron a quedarse petrificados al verte partir sin ya regreso, como hijos que no pudieron detenerte. Impertérrritos 3 rostros esperaban que vinieras a darles tu soplo, melodía inconclusa Mercedes Caguango, Manuela Saenz y Nela Martinez en la universidad de tu Cuenca, otro tomará la posta y cumplira con tu anhelo; tú ya en la plenitud de la esencia, porque Él, cazador furtivo te llevó en el preciso instante, ni antes ni despues, porque te amó y te quiso consigo.


HIJO
Cuenca, Noviembre del 2007, a los 12 meses de su partida

 

La lluvia moja tu nombre


Y en la pertinaz llovizna de mi alma


se desdibuja tu figura,


de tanto pensarte, ya no pienso


y la espera es en vano


pasan los días, los meses.....no llegas,


mentira que el tiempo se hace olvido,


al olvido no lo conozco


al tiempo si le reclamo,


las noches una tras otra


no dan lugar a la aurora.


Si,


he de sentirte así,


para toda la vida


te amo tanto......

Soraya Fernandez DF

EL ARLEQUIN DE LA BUENA SUERTE

Con el alma completa
y el llamingo tenue en el hilo de mi ser,
condenada en el sutil vuelo de la alondra
te encontré...

El obsoleto crujir de mis entrañas
Gritaban voces
Gritaban ilusiones
y el eco fluctuante de andares solitarios
transportaban esperanzas perdidas
esperanzas disolutas en el halo del coral,
en el musgo de las piedras,
en las redes oscuras del atardecer

Que eco mas absurdo y voraz!
Que ilusión mas cotidiana y miserable!
El antagonismo sinuoso se perdió
Y absorta ante el tumulto desperté…
Desperté y el eco seguía sonando
Destellando contrastes de mar
Ilusiones de brisa
Engendros de amor
Llantos de ilusión
Mi amor… …





ANEXO

El dominio de la palabra Vida
la cuerda floja en la antesala del púlpito
un ruiseñor acompañando la orquesta
el irónico riendo las desgracias,
el músico acomplejado,
un orador sin trono,
un muro levantado.

El taciturno de la alba-noche
encerrado en un corral de palpitaciones
dormitando el encuentro
el pensamiento sumido en escape
la dialéctica compacta de luces
verbos, verbos y mas verbos
agua, elementos, holocausto caníbal.

Y lo hermoso se perdió en un sueño,
y lo austero rodea al hombre
ciclopes de ojo negro
faltos de luz, faltos de amor
regalía de tuertos inarmónicos
estupefactos de un credo concentrado
          ------ Vida ------


Pedro Moreno ++




 CARTA
(1 de Mayo)

Te escribo desde el cafecito aquél de la esquina de la Páez, donde estuvimos tantas veces. La ciudad está menos vacía de lo que imaginé. Más viva. Casi todos los días ha estado lloviendo, una lluvia fina, abigarrada y persistente. El cielo blanco o gris. Como el de hoy. Yo, con las duras, inevitables consideraciones. Sintiendo –no solo comprendiendo- el paralelismo tenaz de nuestras vidas. Ese fondo doloroso y contradictorio –sin resolución- de nuestras respectivas soledades. Especialmente por la debilidad que implican, por su carencia de perspectivas; como si la sombra, la sombría región que acecha en toda vida, hubiera establecido un dominio, un campo de gravitación en nuestra sangre; un pasaje al fondo de nuestros ojos. (“¡Y sin embargo es la vida!”)

Me alegra escribirte, incluso en estas circunstancias. Como verás también la ambigüedad y la afirmación nos corresponden de un modo concreto y legítimo. ¡Faltaría más!

La semana pasada pedí prestado un libro bellísimo. Carnal, lúdico; escrito en un estilo libre, poético, absurdo: “El poeta asesinado” de Guillaume Apollinaire. Libros así me sostienen y me alegran. Puedes leer por aquí, por allá. Una página y quedas metido en su juego, en su libertad.

Al campo no salgo. Tengo que bastarme con “mi escudriñar” lo que se me ofrece por Guápulo, en los parques. Supongo que es parte de mi insufrible inercia. Lo del Oriente se volatiliza cada vez más. Mi amigo (….) no parece dispuesto a recoger el guante, aunque a decir verdad, él fue el que lo arrojó. Es un ser extraño. Al final no sabes cómo entenderlo, ni cuánto confiar. Tiene su vida (…) con largos períodos de alcoholismo y cocaína, en los que ora es súper fraterno, ora radicalmente indiferente o ambiguo. Queda siempre un margen de posibilidad de que a la postre se realice el tal viajecillo. El efecto que esto causa en mí, puedes imaginarlo, no es sólo la frustración en este punto específico, es sobre todo que era el único proyecto de envergadura que tenía. El único curso de posibilidad. En suma, mi horizonte.

Jamás se debe decir “la vida es así”. La vida es lo que TU HACES CON ELLA   ¿Y si no haces nada?  Coño, merecido tienes el que ella te trate con su frío y miseria, con desdén y vacío. Sólo me queda, si no logro un viraje fundamental, los sueños y el alcoholismo. Y de vez en cuando un poema, un amor.
La emoción que siento por ti, la tengo como principalía, me duele y me acoge. Me turba y me alegra. En una dimensión más esencial, jamás te sientas sola. Nuestras vidas, perdidas, a veces desesperadas, están unidas, unidas.




Caballo de aquel samurai (21-09)




DON JOSÉ ACORDEÓN DE HUESOS

A los amores danzantes


De niño fue alumno del buey, descalzo y en silencio avanzaba siguiendo el arado, con manojos brillantes de semillas de trigal. Por las tardes iba a misa a aprehender maravillado, como el cura de la parroquia de barro entonaba villancicos con aquel acordeón alemán.

Pero de tanto regar la tierra, de caminar inclinado en gratitud, desarrolló temprana joroba, y el joven José, con el acordeón del religioso en el pecho y su giba de morral, amenizaba cumpleaños, bautizos y velorios.

Ya maduro, con los huesos del viejo buey fallecido, armó la osamenta de un acordeón y con el corazón, tejió las olas del vientre musical. Sentía profunda tristeza por la muerte del animal, bebía puro y cal en la mesa roja de la cantina.

En soledad internaba su alma, en el alma sonora y flexible de su maestro gigante y humilde.

A los cincuenta, cuando la edad ya no se cuenta, tocando su acordeón en las fiestas del Carmen, se imantó de una campana vestida de rosas. Era la danza de las campanas y ella Campana Reina. Tocando y bailando por el camino, en plena fiesta encendida, escaparon  hacia siempre… Y don José dejó de beber.

Caballo de aquel samurai (16-09)


 
 
TZA-NA  y TZA-NOS 
 
A Tzor
Era invierno en la muralla china y en la noche luna llena. Yo me deslizaba sobre mi sombra de nieve cuando un copo blanco se introdujo por mi nariz y la sombra de ella de pronto reemplazó la mía.
 
Su silueta de dragón había disuelto mi sombra de caballo, aunque en su cabeza era notoria la cabellera rojiza y humana.
Con un abanico de seda cosquilleaba las plantas de mis pies y yo para no lastimar el perfecto silencio de siete noches y siete leguas, contenía la risa mientras mi boca se inundaba por dentro de lágrimas.
Cuando más contenía la risa, más se llenaba mi cuerpo del llanto interior que mi actitud provocaba. Pero ya no pude más, mi cuerpo estalló como aquel capullo de lotos y el dragón con la aguja de su lengua  empezó a bordar la noche de estrellas, que realmente eran letras de un abecedario infinito.
 
Luego del estallido de mi cuerpo, pude ver a mis ojos, contemplando extasiados como nacía la primavera, en los balcones de la muralla, en la luna y en la tierra.

Caballo de aquel samurai (11-09)



ENCUENTRO EN CUARTA DIMENSIÓN

A Rayita

Anoche cuando volvía a la ciudad, en una estación del viento me encontré con un ángel canino; en vida fue ella y partió en plenitud de infancia.

Tenía el  color de las mañanas en la luna y un rayo creciente alumbraba su frente.

El ángel mordía mis zapatos, recientemente abonados por el vapor de las olas de la tierra.  Después lamía una pulga luminosa y saltarina, en la ola de su vientre.

Con las alas abiertas se suspendía en la brisa, que dibujaba su mirada de niña en el lienzo traslúcido de la luna creciente.

El olor del sereno crecía y la pulga saltaba a mi mano en vigilia.  

Hilos de brizna envolvían nuestros cuerpos, y yo dejaba la luz saltarina, en la gota más niña.

Mientras la pulga viajaba en su líquido vuelo, el ángel me abrazaba, inhalando mi vida y exhalando su alma.

Con el  silbido profundo del tren sin cuerpo que se acercaba, nos fuimos desintegrando y al mismo tiempo integrando a la nota Siii, rumbo al tímpano de Dios… en donde anida el siiilencio.

Soraya Fernandez DF


Potros despotricados de la aurora
que en la alondra su rienda fijan,
al desdoblar el alma
caminando al pozo ondulante


Ocaso de sinergias que al tronar
ignoran el ser, se tornan
autómatas del exterior

conmutado por el uniforme

Miradas Confucianas
en el espejo de labradas figuras
que la mugre ennegrecida en proteínas
vislumbra en quehaceres fortuitos




ELLA

Ella se desliza por la tibieza de una fruta madura. Cuando a su corazón le azotaba una tiniebla, ella huía a un lugar escondido en el centro de su pie, un empeine bonito desdibujado por el tiempo, en el que los colores de arco iris florecían en el horizonte y bordeaban el letime de sus sueños.

La ternura consagrada en su paz interior -volátil e inocua- se transformaba en formas voluminosos de luz ecuestre, el horizonte descifraba un habitáculo único, crecimiento de pétalos dormidos, sinergia de vida, movimientos de expresión instantáneos que encierran el retumbar de una mañana de luz, el día nuevo envuelto en un canto de golondrina.

Taciturna en el alba, se entregó entera al deslizarse por su silueta, encontró un tornado de alegría. Alegría que la trasladaba por una alfombra sembrada de semillas tornasoladas y floripondios que tocaban música celestial. Olas de lluvia dorada que transportaban el ser limpiaban su alma.

Ensueños venideros de alegrías infantiles de la vida, recuerdos coherentes de lo que es en su don. Marijuela eterna del tronar.

Volar, volar a las cuevas del alma... el lugar sincero de donde venimos, al cual llegaremos.




Preposiciones En EL - En Ella

Metamorfosis inyectada , una melodía absurda
- contrapuesta- despilfarro de mentiras
incredulidades existentes, una sinfonía
- desbocada- ardores reflexivos
coloridos sabores, ventana rota
- retorcida democracia- momento vivido
la vena ágil, cómico anteojo lunar
nebulosas andariegas titilantes
montaña, oculta tras su arboleda
-hipnótica- su humo sagrado
señales bilaterales, polos alternos
Cuan sur sera su Amor?
Y Cuan norte sera su Esclavo?
estrellados luceros, semántica del silbo
-alteraciones - nocturnas sepulturas
mal-halado, postres deshuesados
- el miembro estéril-
formas imaginarias, lo no existente
-derrame - semen castigado por el amor
espermas semi-agudos, el Tao del camino
-lectura rápida - fugaz entendimiento
estudio, para el no apto del placer
-verdad reflejada- letras deambulantes

Quantum taciforme, la rama viva
-rombor- nubes esmeraldas
inquietud, sabiduría intacta
alas - hojas - techos , escarlatina dual
- limites - encontrados serpenteantes
estrellas flotantes, humana órbita
- sinopsis- encuadre visual
superficie, inocuidad del perdón
-jineteando sabetes-
prestaciones, consuelos desesperados
  viaje, capturantes aves
-navegaciones- hongo supremo
calibaciones de pies, culumbiantes cadenas
- entremeses- vidas sobrehumanas
pasajes, dicha entre desdicha
-luz- austera plenitud del egoísmo
olvido del ser, olvidado cuerpo
-cuarto oscuro- el no querer ver
observar del pensamiento, interminables abismos
- jadeos rotos - olvidados placeres
autónomas velocidades, sin riego femenino
mentiras del supremo ser

Dama K



Cada vez cometo más errores contigo,
No puedo decir que no sabía que estaba infringiendo
Rebelde sin causa que puede ser acusada de los peores crímenes,
Como pedir disculpas por miles de equivocaciones


----------------------------



Tres son ya las cartas que intento terminar de escribirte,
No me agrada ninguna,
Todas se terminaron convirtiendo en una letanía de justificaciones,
En una declaración de culpas e intento de corrección de falsas expectativas,
tuyas, mías, no importa,
al final
solo pretendía, torpe y encerrada en mi verdad
decirte que te amo
pero aclaro,
quizás mi amor no es lo que esperabas o creías,
pero bueno, es sincero,
honesto a mi manera,
legal en la medida que me respeto y te respeto,
sin condición, mía o tuya.
El mejor sentimiento, brindado en intensidad
Que tengo para ti a cada instante de mi vida que comparto contigo,
Más genuino en tu ausencia
Y más verdadero en mi persistencia
De compartirte mis más encriptados pensamientos
Y profundas reflexiones acerca de aquello que es
Supremamente importe en mí,
No para mí,
Y ante todo permitirme disfrutar de ti, que disfrutes de mi,
Gozar de tu placer de saberte amado y
Recordarme que soy amada

Respiración




JOSÉ DAVID LARA BORJA.

Nacido y fallecido en el valle del Chota a principios del siglo XX y muerto en la década de los noventa.
Excelso músico de bomba, construía sus tambores como muchos bomberos de antaño con piel pelada de cabra a la que  flexibilizaba con agua a la sombra y humo de hierbas, hacía sus delgadas cuerdas de cabuya para tensarlo y afinarlo, y buscaba madera de penco de 13 a 15 años para el marco y caja de resonancia , terminaba de armar el instrumento con dos aros de metal o madera para sujetar las cuerdas que agarraban la piel en los dos lados de la caja de resonancia, a lo que llaman los bomberos,  cielo y suelo, un bombero llama cielo a la parte que va a golpear con sus manos e interpretaba ritmos de su época como pasillos, san juanitos, albazos, yaravíes,  etc., con sus arreglos de bomba que son afrochoteños.
Con su bomba acompañaba a la banda mocha, bandas de metal, bandas de la policía y el ejército, grupos de bomba. Pero si tenía que tocar en solitario no había problema era todo un genial músico que se bastaba solo, improvisaba y era creador.

En una época en la que no existía luz en el Valle del Chota se podía escuchar la música de las fiestas de pueblo a pueblo a gran distancia. Y si se deseaba ir a una, solo había que caminar hacia el sonido de la música y el barullo, muchas veces se tenía que cruzar el río Chota para ir al pueblo enfiestado de la otra orilla.

Una noche en que José David Lara arribaba a su casa en su pueblo llamado Pusir Chiquito, se encontró con un pequeño individuo que llevaba puesto un sombrero muy grande que lo esperaba justo al frente de la puerta de su hogar, estaba allí esperándolo para retarle así nada más a cualquier cosa, lo retó primero para jugar a la baraja, José David no jugaba a la baraja y no aceptó el reto, lo volvió a retar para ver quien tocaba mejor la vihuela (guitarra) y José David volvió a responder que no la tocaba así que no aceptaba su reto, pero  el hombrecillo insistía obstinadamente y por tercera ocasión le retó a tocar la bomba para ver quién era el mejor, José David quien sabía que era uno de los mejores para tocar este instrumento, pues siempre le invitaban e insistían a que toque en fiestas patronales, familiares o simplemente toque, aceptó de inmediato y ejecutaron sus ritmos con una energía extraordinaria desde el principio, pero José David al fijarse en la bomba del hombrecillo que lo tenía sentado al frente de él, vio horrorizado que no tenía suelo.

Solo la bomba de un duende no tiene suelo, eso le habían dicho viejos bomberos, entonces con quien estaba enfrentándose era con el mismísimo duende, esto significaba que no podía parar e irse pues perdía el reto entonces no había otra opción que vencerlo a como de lugar o lo llevaba al mundo de los duendes que para él era el infierno, se estaba cansando de tantas horas de tocar, sudaba y se persignaba a cada golpe de mano sobre el tambor desde que supo que era un duende el músico que le retó, eran tan fuertes y veloces los golpes esa noche que en varios pueblos se los escuchó con intensidad mayúscula y creían que se celebraba una fiesta, amanecía y el duende vio que no podía tocar mejor que José David y dijo: “Esta vez no me llevaré un alma conmigo” dicho esto se levantó para irse y desapareció. La pareja de José David que había estado fuera de casa vendiendo leche de cabra, llegaba esta vez muy temprano por la mañana y lo encontró tirado en el piso temblando, con espuma en la boca, los ojos desorbitados y respirando con dificultad, le limpió la espuma, lo acomodó para que respire mejor, le puso agua bendita en forma de cruz en la frente y el pecho y oró en latín el credo por su alma, la mujer era rezadora; José David se recuperó, pero esa noche no la olvidarían en muchos años los que escucharon que la bomba de José David tenía un sonido excepcional junto a otra que le hacía dúo. Así nació la leyenda de este músico que lamentablemente falleció en la pobreza y el olvido.

Caballo de aquel samurai



OJOS DE ÁGUILA

Al doctor Plutarco Yépez.

El hombre contemplaba la pared vacía. A la nariz sangrante del payaso y al cuchillo los cargaba envueltos en papel periódico. Ráfagas de risa se le escapaban por los poros. Al fin su cuerpo reía. El payaso que lo humillaba por su tartamudez había callado. Desde la boca inflamada del hombre celebrante se desprendía un hilo de saliva, envolviendo su cuello.

El policía de la esquina escudriñaba al hombre con la mano presta en la pistola que le colgaba del cinto.

De la acera de enfrente una mujer madura y maquillada  seguía la escena mordiéndose los labios.

Un perro encadenado al poste de la esquina miraba a la mujer madura. El canino era custodiado por su amo desde el interior de la tienda de alimentos.

El ladrón de perros espiaba al dueño del can esperando el mínimo descuido.

Un niño calvo comparaba el ángel guardián que el ladrón tenía tatuado en la nuca, con el lunar en forma de ángel que a él le había crecido en la palma de la mano. La madre sostenía de una muñeca al pequeño, que tosía mirando el semáforo que cambiaba a rojo.

La luz encandilante era acusada impacientemente por un hombre de negocios que se atrasaba a su cita, tragando en seco una manotada de pastillas.

El drogadicto, ya sin familia y sin amigos, pisoteado por su sombra de recuerdos veía con desprecio al negociante, pero al mismo tiempo se arrastraba para  pedirle una moneda.

Un predicador religioso auscultaba al drogadicto y planificaba reclutarlo para su templo, sosteniendo una Biblia demasiado nueva.

El religioso de brazos fornidos y corte militar, era provocado por un homosexual ebrio que bailaba en la esquina.

Una prostituta ciega perseguía al homosexual,  como buscando un ojo de mujer y otro de hombre, para protegerse.

La cámara de seguridad de la calle registraba a la prostituta en su afán. El policía gordo comía palomitas de maíz frente al monitor, adormilándose mientras seguía la acción.

Otro policía se disponía a reprender al dormilón, cuando estalló el disparo en los tímpanos y la pared se manchó de rojo y saliva…

En pocos minutos llegó la ambulancia, y después de confirmar la muerte del tartamudo, la esquina continuó con  su ritmo habitual…Un obrero pintaba la pared de blanco, que se quejaba como único deudo.



Hélie Lug


I
¿Y si en la informe regularidad del día…
Encontraras de pronto
Entre los pliegues de lo muelle, del hábito,
 Inadvertidamente nueva
Una visión cualquiera transformada
Súbitamente primigenia?
Porque descubres
A esa que mira a desde el fondo de ti
Y en  un instante de presencia
Te devuelve el presagio de
La efímera condición que te sostiene
Más… tú sabes,
¡Qué importa esto último!
Que fuiste, fuiste…

II
Días y  noches que sostienen
El rumor cíclico del hambre
Los malos miedos
El pulsar de la sangre
 En la contigüidad estrecha que se agolpa
Tras el tambor inverso de la piel.

Un cuerpo -solo- se arrebuja
Y al  primer trino de  luz recoge con  oído insomne
Un  aleteo gris o desgranar de plumas sobre el tejado
 Mazo de naipes borrosos
Que vislumbra las consecuencias del día.

Sombra de pájaros y  lloviznas
Aguzan la memoria de días eternos
El silbido del pájaro garrapatero
Sobre el gajo violeta del jacarandá
Y un jardín amanecido en estanque tras la tormenta.

Germinados con latidos de lluvia
Los huevos secos de las ranas
Se desprenden del polvo del verano
Y despiertan  transfigurados a la noche.

Las sombras verdes fluctuantes
De sus gritos recién nacidos
Entran por la ventana donde ella
La de ojos tempranos, presencia.



BAJO LAS HOJAS DE LA LLUVIA EN UNA PLANTA DE TABACO

A  G.T. 
Usted, que probablemente duda de su oficio
Enmascarado por labores magnánimas, mundanas
Hoy me ha traído de la mano a la orilla de sus versos
Y desde aquí respiro y me consuelo, sin más razón.
O desde la constatación de una cierta inutilidad para el mundo
Que no me deja otra salida
Que la palabra.



AYAMACHAY

La forma con variantes de su forma.
La forma que se revela como la condensación de aquello que se espera.
La forma múltiple e informe del arquetipo
Que se hizo para completar su medida.
Está allí, concreta e inalcanzable,
Musical y cierta  y carnal.
Más tarde no será más
Tan solo indiferentes categorías fantasmales
Que ocupan la matriz de la forma perfecta,
O el descanso de las almas.

Lamento de las almas inconclusas…
El molde donde tanta materia no basta para cuajar una sola figura.
Su figura…
Ayamachay.



EFIMERA

Leer poesía es como interpretar las formas de las nubes:
Cada quien ve lo que ve
Y (por instantes) se es feliz.



LABERINTO
Consolación de la palabra
Por la palabra.
De la palabra por la memoria.
Con la palabra de la memoria.
Consolación,
Al fin.


ATAHUALLPA

No desea salvarse a sí mismo. En la penumbra del calabozo,  juega a la taptana con resplandecientes maíces que marcan, sobre el tablero, el  curso inexorable de los astros. 
Pizarro, abrazado a las  rodillas del  Hijo del Sol,  recuerda a Pilatos  y  se estremece. Relinchan los caballos y entra al escenario el cura Valverde, biblia en mano.   Los actores  representan el drama  con absoluta convicción. 
Terminado el ensayo, Atahuallpa  va a su camerino y se despoja de la máscara. Detrás de ésta, el rostro azul de  Shiva, en un rictus feroz,  le sonríe desde el espejo con imperecedera aprobación.