Después, la densidad
Por Ariela Córdova Herrera
Editorial: El ángel editor
Fue
necesario afectarse y luego hermanarse a la vitalidad del sol a lo permanente
de la muerte.
Sospechar que algo nos recorre por igual.
Sospechar que algo nos recorre por igual.
Con
cada muerto, la muerte es nueva.
El
sepultado se hace urgencia del recuerdo, así intuyo que germina este
poemario.
El
corazón es huérfano hasta que encuentra a ese
otro que es el amigo-hermano,
para no volverse a pensar sin morada,
es todos los amigos o amigas entrañables “mi aliento yace en tu aliento”.
para no volverse a pensar sin morada,
es todos los amigos o amigas entrañables “mi aliento yace en tu aliento”.
“terminó la danza amigo,
terminó la noche”, hermosamente nos recuerda la caducidad,
pero este muerto habita un lugar, no lejos
porque el amor es la dimensión diáfana que experimenta nuestra sombra
en la conciencia.
Este dolor no ciega, va señalando momentos de presencia.
terminó la noche”, hermosamente nos recuerda la caducidad,
pero este muerto habita un lugar, no lejos
porque el amor es la dimensión diáfana que experimenta nuestra sombra
en la conciencia.
Este dolor no ciega, va señalando momentos de presencia.
“Se
huye de la muerte toda la vida”. Huir nunca es tal, pedaleó hasta sus brazos, otras y otros
navegan, caminan y hasta la esperan. Con ella caducan todas las condiciones.
Pero sí, vivir es su antagónico.
Es un tópico. Los vivos se afectan con la muerte,
con esta hermana que no gusta de objetos, y si de la semilla.
Es un tópico. Los vivos se afectan con la muerte,
con esta hermana que no gusta de objetos, y si de la semilla.
Esta forma del amigo muerto
estremece, me estremece. Y me pregunto por qué no se refleja en el agua y los
espejos el padecimiento cuando nos atraviesa el sin vida de alguien nuestro, si
los sentidos nos dicen que no hay más, que desde aquí y en esta superficie no habrá más voz ni abrazos, no más despedidas ni licores, solo él esta vez, y muerto, no ausente.
“¿te gusta la música?” El hablante lírico pregunta porque sabe la
respuesta. En el silencio del amigo muerto está la morada de lo palpitante, él es la música que oye, el tacto que añora. En adelante todo será recapitular.
“Los
hermanos los amigos tampoco se escogen.
son los que están cerca”. No se escogen a conciencia de lo corpóreo, es cercanía de lo hondo.
son los que están cerca”. No se escogen a conciencia de lo corpóreo, es cercanía de lo hondo.
“¿Dónde se guarda el amor
sino en corazones ajenos?”
Tanto de nuestras vidas queda entre las amistades, que a la hora de sus muertes algo nuestro se queda callado, y lo que pensamos es en nunca olvidar que en paralelo ocupamos lugares que nos cedimos, abrazos en los que este y el otro corazón se alcanzaron.
¿Qué nos queda cuando el corazón donde residíamos ya no es más arca navegante y, en la nueva condición le somos indiferentes? La hermandad.
El hablante lírico quiere convencerlo, por esto escribe:
“Ven a vivir conmigo.
duerme aquí un tiempo
hasta que te mejores.
Con esa herida no podrás”.
sino en corazones ajenos?”
Tanto de nuestras vidas queda entre las amistades, que a la hora de sus muertes algo nuestro se queda callado, y lo que pensamos es en nunca olvidar que en paralelo ocupamos lugares que nos cedimos, abrazos en los que este y el otro corazón se alcanzaron.
¿Qué nos queda cuando el corazón donde residíamos ya no es más arca navegante y, en la nueva condición le somos indiferentes? La hermandad.
El hablante lírico quiere convencerlo, por esto escribe:
“Ven a vivir conmigo.
duerme aquí un tiempo
hasta que te mejores.
Con esa herida no podrás”.
Sobre
la esperanza y la confirmación fraternal, nunca resignación: “El amigo nos respira o nos
respiramos
después de muertos,
se convierten en plantas y en alimento
luego seremos uno solo, Nosotros Mismos
y nuestras células desprendidas truecan en polvo
depositadas como tierra sobre lápidas rondadas
entonces podremos cargar el cadáver”.
después de muertos,
se convierten en plantas y en alimento
luego seremos uno solo, Nosotros Mismos
y nuestras células desprendidas truecan en polvo
depositadas como tierra sobre lápidas rondadas
entonces podremos cargar el cadáver”.
“Después el silencio”. No puede ser otro, los muertos
se mudan al silencio y desde allí no tendremos más noticias.
Ese
alguien, durante la lectura de este cuerpo poético se convirtió en mi dulce amiga muerta, amé lo que recibí de este único poema (al parecer) que
compone este precioso libro de sensaciones inmediatas.
Aquí no hubo huellas de oralidad,
hubo poesía, escritura que detenta lo sentido.