Alexandra Quezada




HUMO

Exhala profundo este denso humo
que la propiedad y la nada emiten veredictos
de nuestros cuerpos inmunes al castigo.
El espeso líquido no es una grave razón
sino la noche acogedora que nos trae temprano el amanecer
la tierra mojada, enlodados los sexos
los caminos señalados por rayos de linternas débiles.
Embotadas desde la orilla de amarantos purpúreos
la esperanza no es un desmayo con vela encendida
el crepúsculo una herida sin señal, sin rostro.
Apenas nos puede vestir la inocencia
en largas sesiones donde no se hurgan los dientes
apenas mirándonos los ojos que a nuestro pesar escupe silencioso
estallando un artificio esmerilado hasta quedar afilado
como lanza de experta amazona.
!Vaya emoción! extensión de mis extremidades exhalando ese humo
vapor adherencia de figuras humanas la sangre como el pulso
extravío la memoria, la saliva se seca impune no barniza, carraspea
dormidos los labios, no podemos llorar.
Somos sobrevivientes de todos los meses de los últimos años
de los que han muerto y nos acompañaron en silencio.


NO HAY CASTILLO SEÑOR K

La máscara es un artificio
no nos permite mirar a los muertos
ocupados en sus diligentes conversaciones
con el enemigo
como sucedió con el tal señor K
quien nunca será un héroe.

Tal vez por eso,
se nos ha impuesto la noción de justicia
pero no, la de verdad.

El señor K
ha tratado inútilmente de encontrar el castillo
como el último acto de fe.

Como el señor K,
está tan ofuscado
se ha perdido de su destino
ignorando que nadie lo ayudará
mientras sus asistentes son su alter ego
de espejo fractal
entorpeciendo su necedad.

La búsqueda es una trampa
y los caminos son huellas borradas.

Frieda
quien ella misma carga con la hábil máscara
en el arte de la intransigencia,
de la niebla en la mañana,
de las horas sin relojes
y de la cantina de hombres aburridos
de escaso seso que nunca muestran sus caras,
será una señal olvidada, sin evidencia
de su cómoda soledad.

La intencionada mirada carece de rostro
pero a ella, la atarán de pies y manos
para siempre violarla.

En los inexistentes caminos nadie se encuentra,
pero hay una confabulación de azarosos destinos
como un cordón que no podrá ser desatado
la humanidad creerá en la sumisión
tras la pérdida de la razón.

No existe el castillo señor K
ni tampoco usted ni yo
pero si estas máscaras
con las que podemos bailar
y escupir a los muertos.