Zeúd




de: Cantos Desde el Umbral

Señores
Todos mis poetas de verso en cuando me mienten: métrica, ritmo y rima ¿Acaso trilogía de un artificio? si de tal armonía no es la vida a menos que se les enamore una musa transparente y danzarina de esas que habitan con las hadas en sus ensueños y delirios. ¿Pero porqué habría de flecharse una gentil duende alada de unos que no son gentiles, peor siquiera duendes y jamás viajan con alas? ¿Le seduciría a ellas sus sombreros o sus botas puntiagudas? ¿Tal vez sus romboides orejas o su medio metro, si alcanzasen? ¿Qué podrían ver las magas en uno de la especie humana? Si no somos mas que un amasijo de quinientas mil encrucijadas y diez piezas mal pegadas.

Prendados ustedes si de las preciosas musas con alas, mis poetas mas que amados por mi alma y mis tres hadas. Los poetas de la real verdad no son los que escriben versos, son seres de este mismo mundo, medio auténticos, medio ocurridos y como todos medio locos.

Ellos habitan en el alma secreta de todo lo que asumen que existe. Más acá de la palabra.


Tiempo
Tiempo sembrador que das de lactar a nuestros hijos los de la alegría máxima y razón de seguir. Tiempo implacable que desvaneces todas las luchas y logros de los de la espina partida por sobrevivir. Tiempo maldito que marchitas los corazones dichosos de los que ya llegaron a no sufrir. Tiempo que humedeces tiempo que secas.


Ellos
Salieron deslizándose de los agitadores entremeses de la pasadera de días cuando balbuceaban las horas conocedoras de su final cómplices de su huida. Les conoció el Quito, el del color celeste, del claro estrellado, del nublado neblineado, del aguacero soleado, de la sequía mojado; cuando corrían sus pisadas y se trastocaban sus amoríos en las lomas y quebradas de este valle sin tiempo que solamente atestiguaba la respiración de su ocaso y la interrupción de su amanecer. La muerte se mostraba tan incierta y tan sabia sobre un horizonte pálido de enmudecidos gritos y gemidos exasperados para arrancarlos plácidamente y arroparlos con su sombría capa librándolos de unos pesares y privándolos de otros. La muerte nunca tropieza, camina siempre erguida, transmuta segura de sí: lumínica. Cogió de sus manos para arrastrarlos a su regocijo y abandonarlos quien sabe a la eternidad o al olvido.

Esperaré por ustedes donde se van de bruces esos pájaros negros y los gusanos viven del taciturno oleaje de sus vísceras, soportando la lírica agonía de los vivos y las pestes aglutinadas en las esquinas. Mientras tanto bailaré los tonos de las danzas de guerra y las melodías de los corazón de oro en las noches alunadas de plata.


La guerra de siempre
La psicosis colectiva trae noticias sobre un conflicto: Cólera y agonía cae sobre los porfiados; el vigor de su propia naturaleza; el veneno de sus propias raíces ha corroído la equidad de la vida. El gen egoísta triunfa de nuevo. La paz exige destrucción; el miedo y la paranoia son las madres, las fuerzas del mal se quitan el velo y la fanaticada se tira al ruedo para vivir del desmembramiento.

Otra vez, a pesar de los niños, los ancianos y los inocentes, la parca deambula entre las ruinas para empacharse golosa con la sangre de los caídos. ¡Oh luminosa estela! Tú, que franqueas los infinitos y las eternidades derrama tus lágrimas sobre esta tierra, azota tu látigo sobre este fuego, arranca el corazón de los codiciosos y siembra semillas nuevas.


Jota Jota
Embelesas con tu canto a mis paisanos y montubios, a mis negros y a mis cholos, a los indios de mi tierra. Sollozo tras sollozo y copa tras copa, estas almas se conmueven, se acongojan y se mecen, se regocijan y se embriagan. Cada cual en su circunstancia,  cada mimo con su caricia, cada vals con su pasito, cada pasillo con su brindis, cada bolero con su estruje. Eres el mágico instrumento de las prosas de esas gentes que escribieron en palabras sobre su inmenso trajinar. Versos y pentagramas, poetas y extasiados fueron la inspiración de cuenteros y escribanos.

De América, el ruiseñor.


Juego real
Había bajado una grada el encanto, había subido una grada la incertidumbre, había volado un buitre sobre mi carne viva, había caído un ángel sobre un inmenso charco. Únicamente había quedado un carrusel con sus colores desteñidos girando agonizante sobre cenizas viejas. Suena una voz profunda que llama sorteando el azar, es una invitación para esconder el lamento, para doblar la esquina.
-Levántate que una mano espera, sonríe que un ojo ya no gotea, camina que la vida se consume. Si, la dulzura quiere cobijarte con sus sabanas de seda rosa, la alegría no quiere cerrar su puerta mientras tu no hayas encajado y el amor acude presuroso con su plácido y extraño calor para abrazar por siempre tu alma. Pero no podrás conocer la dulzura si no has sentido el ardor de la sal, la alegría se te burlaría si no tienes la llaga del sufrimiento y el amor, el amor te sería negado si no has comprendido el dolor, la agonía, la soledad y la sombra.


La hora justa
Ahora que hemos cambiado el clima: que el frío nos congela, que el calor nos insola, que las aguas nos inundan, que los vientos nos arrasan, no sé porqué, pero es ahora su hora.

Ahora que hemos cambiado el mundo: que producimos enfermedades, que decrecemos los seres vivos, que servimos a genocidas, que florecemos cataclismos sin fin, no sé porqué, pero es ahora nuestra hora.


Estando
¿Que la vida es una mentira? Mentira, ¿Que la vida es una verdad? Verdad.

Que en la calzada hay una piedra que me tropiezo y me voy de hocico, que me sueléo y me hago añicos, que me fisuro la comisura del hueso, que me sobrepongo y que me colmo, que me yergo y que luego vuelo.
Que en el cielo hay una estrella que me choco y me voy de hocico, que me desplomo y me desparramo, que me colapso la vena del corazón, que me recojo y que me reconstruyo, que me reanimo y que luego nado.
Que en el océano hay una ola, que me revuelco y me voy de hocico, que me ahogo y me desintegro, que me inundo el alvéolo del pulmón, que me aplomo y que me rearmo, que me regocijo y que luego vivo.
Que en la vida hay una mujer…….


Perfume
En esta alguna extravagante noche de borrascosa neblina y sigilosa luna donde el tiempo yacía en un dolor fortuito en la carretera sosiega encontrabase un inerte cuerpo sobre angustiosa espuma de irreverentes fluidos de su organismo quieto. Calmabase el ventusco de occidente venidero para posarse en el ambiente y permitirle al fétido olor de azufre y aguardiente convertirse en vida en mis pulmones vacíos revolviendo las nauseas de mi bilis y mi psiquis en la extravagante noche.


Monte arriba
Se ha colgado un enorme valle de mis pies, cuanta extensura debajo de mi pecho, ya se aquietan los nubarrones a lo lejos mientras la tarde va pariendo una luna llena. Acaricia mi tez viento del este caliéntame con tu fría escarcha, enfría las cicatrices de mi tiempo que ya te veo abrazando ágil todas las penas de los hombres. Un nuevo hálito reparte las alturas: el de respirar a un planeta por encima, haber callado las vilezas y miserias de ese mundo de humanos ya lejano. Un lago verde esmeralda verde salitre embravecido ha venido a preguntarme, sobre una vida y una muerte copuladas, sobre una guerra y una paz enamoradas, sobre trayectorias y prodigios de mi vida.

Susurra en mi la canción del infinito, habla de una delicada armonía inexistente, habla de mentes diversas que se entienden, habla de sentirme extraño, en mi propia tierra.


Aislado
Atado a mi bodoquera y a mi medicina, camino sobre el riomar mientras hablo con el guacamayo, vuelo con el jaguar y medito con el delfín rosado acerca de esto, que está en tu mente.

Entraré a las chozas de tu territorio y vaciaré la historia que te adorna. Invadiré las culturas de tu herencia para robarles los últimos alientos. Raptaré a las hijas de tu vientre y las criaré con la peste de mi mentira. Envenenaré las aguas de tu manantial para regar el ego que me sofoca. Arrasaré los sembríos de tu chacra y perforaré pozos de falsos tesoros. Quemaré los árboles de tu bosque para sembrar la codicia entre las tribus. Desapareceré los animales de tu rebaño y aniquilaré las criaturas pleistocenas. Contaminaré los aires de tu viento para el revoltijo de mi arrogancia. Desraizaré las plantas de tus curas y enfermaré tu sangre con mis virus. Extraeré mi brea y enviaré mis lacayos a construir ciudades para que prostituyan tu descendencia, lo tuyo ahora es mío por los sagrados mandatos de mis ancestros y porque mis manos son hábiles para el crimen y mi mente es aguda para que tu lágrima no me duela mientras mi lanza atraviesa tu espina dorsal ni mientras la flama de tu alma aflora en la mía.

“El valor del universo es mas fácilmente comprensible cuando observamos con detenimiento a los seres vivos que nos rodean, la vida tiene un solo valor, tu no vales mas ni menos que nadie”.